El Conejo Verdulero
Había una vez un conejo llamado Rocco, que soñaba con convertirse en un gran verdulero. Le encantaban las verduras, pero su debilidad eran las zanahorias. Cada día, después de ayudar a su mamá en el jardín, Rocco se pasaba horas vendiendo zanahorias en el mercado del bosque. Podías encontrarlas hervidas, ralladas, crudas e incluso enteras; todas eran deliciosas y frescas, gracias a los cuidados que les daba.
Un día, mientras organizaba su puesto, Rocco vio que una pareja de tortugas se acercaba con mirada preocupada. Se trataba de Tino y Tina, quienes estaban en busca de un alimento especial para una fiesta que estaban organizando.
-Tino, ¿creés que deberíamos comprar algo de fruta? -preguntó Tina a su pareja.
-No sé, Tina. Pero me gustaría que fuera algo nutritivo y rico -respondió Tino,
Rocco, con su orejita alerta, se acercó y dijo:
-Hola, amigos. Si buscan algo sabroso y lleno de energía, ¡deberían probar mis zanahorias! Son excelentes para la vista y muy saludables.
Tina sonrió al escuchar la recomendación.
-¿De verdad? Pero... ¿podemos comerlas crudas? -preguntó Tina, curiosa.
-Claro que sí. ¡Las zanahorias crudas son muy ricas! Además, ¡son muy crujientes! -exclamó Rocco con entusiasmo.
-Tiene razón. Además, podemos preparar un plato fresco para nuestra fiesta -agregó Tino, entusiasmándose.
Las tortugas decidieron comprar varias zanahorias de diferentes formas: crudas, ralladas y hasta algunas hervidas. Rocco, feliz, no solo les vendió las zanahorias, sino que también les dio un pequeño consejo sobre cómo prepararlas.
-Les recomiendo que las corten bien finitas y las sirvan con un poco de limón. ¡Quedan deliciosas! -les dijo con una gran sonrisa.
Los días pasaron y, al llegar el fin de semana, Tino y Tina organizaron su fiesta. Invitaron a todos sus amigos del bosque: ardillas, pájaros y hasta al viejo búho, que siempre traía cuentos divertidos.
Cuando llegó el momento de la comida, Tino y Tina presentaron su plato de zanahorias crudas aliñadas con limón. Los invitados quedaron sorprendidos.
-¡Pero qué sabor increíble tienen! -exclamó un pájaro.
-Sí! Nunca había probado zanahorias de esta manera -comentó una ardilla, masticando con gusto.
Rocco no podía creer lo feliz que estaban. La pareja de tortugas se convirtió en la sensación de la fiesta, gracias a su elección de zanahorias. Todos los animales elogiaron su creatividad y buen gusto.
-Muchas gracias, Rocco -dijo Tina después de la fiesta, con una sonrisa de oreja a oreja-. ¡Tus zanahorias fueron un éxito total! Nunca pensé que comer zanahorias crudas podría ser tan delicioso.
-Mucho gusto ayudarles. Me alegra que disfrutaran de mis zanahorias -respondió él, sintiéndose orgulloso.
A partir de ese día, Rocco no solo fue conocido como un gran vendedor de zanahorias, sino también como el conejito que hacía feliz a todo el bosque con sus frescas verduras. Cada martes, él organizaba una pequeña feria donde enseñaba a otros animales a preparar distintas comidas usando zanahorias. Aprendieron a hacer ensaladas, jugos e incluso tortas, lo que hizo que el bosque se llenara del crujido y la dulzura de la zanahoria en cada rincón.
Rocco se dio cuenta de que no solo quería ser un verdulero, sino que también podía ser un gran amigo y maestro a la vez. Y así, cada vez que alguien le preguntaba al conejo qué recomendaba comer para estar más saludable, él respondía con una sonrisa radiante:
-¡Zanahorias crudas! -y todos reían, sabiendo que Rocco estaba siempre listo para compartir su amor por los vegetales.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado. ¡Come más zanahorias, siempre y cuando sean crujientes y frescas!
FIN.