El Conejo y El Zorro en la Trampa



En un frondoso bosque, donde las hojas susurraban secretos y los ríos cantaban melodías, vivían dos personajes muy distintos: un astuto zorro llamado Zuri y un alegre conejo llamado Niko. Un día, mientras Niko saltaba felizmente de un lado a otro, Zuri acechaba desde la sombra de un árbol.

Zuri, con su típica curiosidad, se acercó sigilosamente a Niko.

"Hola, Niko. ¿Por qué estás tan feliz?" - preguntó el zorro con una sonrisa.

"Porque hoy es un gran día para saltar y jugar. ¡El sol brilla y la hierba es tan fresca!" - respondió Niko, entusiasmado.

"¿Y si hacemos un juego? Yo tengo una trampa que puedo mostrarte, y podemos jugar a ver quién es más astuto para escapar de ella. Te aseguro que será muy divertido." - sugirió Zuri, pensando en un plan para atrapar a su amigo.

Niko, emocionado por la idea del juego, aceptó sin dudar.

"¡Claro, Zuri! ¿Dónde está esa trampa?" - preguntó, dando un salto.

Los dos amigos se dirigieron a un claro del bosque donde estaba la trampa. Era un simple agujero cubierto con ramas y hojas. Zuri explotó su astucia y empezó a explicar cómo funcionaba.

"Ves, Niko, si caes aquí, tendrás que hacer un esfuerzo para salir. Pero yo te ayudaré, ¡así que no te preocupes!" - indicó el zorro, con una sonrisa un poco traviesa.

Niko, sin sospechar, saltó con entusiasmo y, al intentar ver de cerca la trampa, terminó cayendo en ella.

"¡Ay! ¡Zuri! No veo nada! ¡Estoy atrapado!" - exclamó Niko con sus orejas caídas.

Zuri se asustó un poco al ver a su amigo preocupado, y la verdadera diversión se convirtió rápidamente en culpa.

"Oh, Niko, no era mi intención..." - dijo Zuri con un tono de preocupación "Déjame pensar…"

Con ingenio, Zuri recordó lo que había aprendido de su madre sobre ayudar a los amigos. Entonces, se acercó al borde de la trampa y dijo:

"¡No te preocupes! Estoy aquí para ayudarte. Empecemos a buscar algo con qué sacar tus patas de esa trampa. ¡Lo lograré!"

Zuri empezó a buscar ramitas y hojas. A pesar de que no había tenido la intención de atrapar a Niko, ahora comprendía lo importante que era cuidar a los amigos.

"¡Mira! Aquí hay una rama larga! Intentaré usarla para que puedas trepar hacia arriba. ¡Apóyate en ella!" - dijo Zuri, extendiendo la rama hacia Niko.

Niko intentó saltar sobre la rama y, con un gran esfuerzo, logró salir de la trampa.

"¡Sí! ¡Estoy libre! Gracias, Zuri, ¡te lo debo!" - celebró el conejo, sintiendo una gran alegría.

Zuri, ahora lleno de alivio, sonrió.

"Lo siento de nuevo, Niko. No quería que te atrapara. Aprendí que no siempre es bueno jugar con cosas peligrosas. ¿Te gustaría que, en vez de eso, jugáramos a otra cosa?"

"¡Claro! Podemos hacer una carrera hasta el bosque de los arándanos, ¡el que llegue primero elige el almuerzo!" - propuso Niko, feliz de dejar atrás la trampa.

Los dos amigos entonces comenzaron una carrera rápida y divertida, riendo y saltando juntos. El sol brillaba más que nunca, y el bosque parecía celebrar su amistad.

Desde ese día, Zuri y Niko siempre se aseguraron de que sus juegos fueran seguros y estuvieron siempre atentos el uno al otro. Aprendieron que la aventura verdadera no se trata solo de ganar juegos, sino de cuidar y disfrutar la amistad.

Y así, el conejo y el zorro continuaron viviendo felices en el bosque, siempre juntos y siempre aprendiendo.

Al final del día, Niko le dijo a Zuri:

"Siempre es mejor jugar juntos y cuidarnos. Gracias por ser un buen amigo, Zuri."

"¡Y gracias a vos, Niko, por hacerme recordar lo que realmente importa!" - respondió el zorro.

Y con esas palabras, se dirigieron hacia la puesta de sol, afianzando una amistad que sería para toda la vida.

FIN.

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