El conejo y la campesina



Había una vez una campesina llamada Martina, a quien le encantaba salir a buscar hongos en el bosque cerca de su casa. Un día, mientras buscaba entre los árboles, se encontró con un conejo blanco y esponjoso que parecía perdido. Martina se acercó con cuidado y el conejo, en lugar de asustarse, le dio la bienvenida con una sonrisa.

- ¡Hola! ¿Quién eres tú? -preguntó Martina sorprendida.

- Soy Juancito, el conejo, y me he perdido en este bosque -respondió el conejo con voz dulce.

Martina decidió ayudar a Juancito a encontrar su camino de regreso a casa, y juntos emprendieron una emocionante aventura. Mientras recorrían el bosque, Juancito le enseñaba a Martina a reconocer cuáles eran los hongos comestibles y cuáles no, y Martina le contaba al conejo las historias de los animales del campo.

Los días pasaron y la amistad entre Martina y Juancito crecía cada vez más. Juntos descubrían nuevos rincones del bosque, cuidaban de las plantas y los animales, y aprendían el uno del otro. Martina se sentía feliz de tener a Juancito como amigo, y el conejo también encontró en Martina a alguien en quien confiar y aprender.

Pero un día, una tormenta azotó el bosque, derribando árboles y dejando a Martina y Juancito separados. Martina buscó por todas partes a su amigo, hasta que finalmente lo encontró atrapado entre unas ramas. Con valentía y determinación, Martina ayudó a Juancito a salir, demostrando que la verdadera amistad siempre está presente en los momentos difíciles. Juntos volvieron a su hogar, más unidos que nunca.

Desde ese día, Martina y Juancito siguieron siendo amigos inseparables, recordando que la amistad verdadera siempre brinda fuerzas para superar cualquier obstáculo.

FIN.

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