El constructor de sueños


En la comunidad de Laguna Prieta vivía un niño llamado Michael, a quien le encantaba construir con arena. Pasaba horas y horas en la playa moldeando castillos, casitas y torres con su imaginación desbordante.

Un día soleado, mientras el pequeño Michael estaba concentrado en su obra maestra de arena, una voz lo interrumpió. Era Don José, un anciano pescador de la comunidad que pasaba por allí.

"¡Hola, Michael! ¿Qué estás construyendo hoy?" -preguntó Don José con una sonrisa amable. "¡Hola, Don José! Estoy haciendo un castillo gigante esta vez. ¡Quiero que sea el más grande de todos!" -respondió entusiasmado el niño.

Don José observó detenidamente la obra de arte improvisada de Michael y asintió con aprobación. Luego se sentó a su lado y comenzaron a charlar sobre sus sueños para el futuro. "¿Sabes, Michael? Cuando era joven también me gustaba construir cosas.

Aunque nunca fui constructor profesional, siempre disfruté arreglando mi bote o reparando las redes de pesca", compartió Don José con nostalgia en su mirada arrugada.

"¡Wow! ¡Eso es genial, Don José! Yo quiero ser constructor cuando sea grande para poder crear cosas increíbles como este castillo", expresó emocionado Michael señalando su creación con orgullo. Don José sonrió y acarició la cabeza del niño con cariño. Luego le dijo: "Recuerda, Michael, que para lograr tus sueños debes trabajar duro y nunca rendirte ante los obstáculos que puedan aparecer en tu camino.

La determinación y la perseverancia son clave para alcanzar tus metas". El niño asintió con decisión mientras guardaba esas palabras en lo más profundo de su corazón.

Desde ese día, cada vez que construía algo nuevo en la playa recordaba las sabias palabras de Don José y se esforzaba al máximo por mejorar sus habilidades. Con el paso del tiempo, Michael se convirtió en un hábil constructor tal como lo había soñado de niño.

Sus creaciones eran admiradas por toda la comunidad de Laguna Prieta y su nombre resonaba como sinónimo de talento y dedicación.

Y así, gracias a su pasión por construir desde pequeño y al invaluable consejo de Don José, Michael logró convertirse en el constructor exitoso que siempre había deseado ser. Y cada vez que veía un castillo de arena en la playa recordaba aquel juramento infantil que marcó el inicio de su inspiradora historia.

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