El Copihue y el Chucao
En un frondoso bosque del sur de Argentina, donde las montañas besan el cielo y los ríos murmuran secretos, vivían dos amigos muy especiales: un copihue rojo como el fuego y un chucao, un pájaro de canto melodioso y plumaje en tonos marrones.
El copihue, bañado en la luz del sol, crecía radiante entre los árboles. "¡Mirá qué hermoso soy, Chucao!"- decía con orgullo. "Soy la flor nacional de Chile, y muchos vienen a admirarme a través de los senderos del bosque. ¡Soy especial!"-.
El chucao, que estaba posado en una rama cercana, soltó una risa suave. "Sí, amigo mío, sos muy bonito, pero hay muchas cosas que no podés hacer. Por ejemplo, no podés volar. La belleza es importante, pero no se compara con la libertad del cielo"-.
El copihue, aunque apreciaba la amistad del chucao, se sintió un poco triste al escuchar eso. "Tal vez tenés razón, Chucao. Pero aún así, deseo que todos reconozcan mi belleza cuando pasan junto a mí"-.
Un día, un grupo de turistas llegó al bosque. Se emocionaron al ver el copihue. Entre risas y fotos, comenzaron a llevarse algunas flores. El copihue, aterrado, gritó: "¡No! ¡No me lleven! Sin mí, el bosque será menos hermoso!"-.
Pero los turistas no escucharon sus súplicas. El chucao, que observó la escena desde lo alto, no pudo quedarse de brazos cruzados. "¡Descansen, amigos! Este copihue es parte de nuestro hogar y debe ser respetado. Cada flor tiene su lugar en el ecosistema, y llevársela dañaría la belleza del bosque"-.
Los turistas se detuvieron y miraron hacia arriba, sorprendidos. "Un pajarito que habla. Nunca habíamos visto algo así"- murmuró uno de ellos admirado.
El chucao continuó: "Así como una flor necesita del sol y la tierra para florecer, también nosotros necesitamos del bosque. Si lo dañamos, perderemos nuestra magia"-.
Movidos por las palabras del chucao, los turistas decidieron no llevarse ninguna flor y, en cambio, se sentaron en el suelo a disfrutar del entorno. "¡Qué hermoso es este lugar!"- dijo una niña, señalando al copihue. "Nunca había visto una flor tan hermosa. A partir de ahora, prometo cuidar de ella"-.
Después de que los turistas se fueron, el copihue miró al chucao con ojos brillantes. "Gracias, amigo. Sin tu valentía, podrían haberme llevado lejos de aquí"-.
El chucao sonrió. "Y sin tu belleza, el bosque no sería el mismo. Recordá siempre que cada uno de nosotros tiene su propio valor. La belleza y la libertad pueden coexistir, y juntas, hacen del bosque un lugar especial"-.
Desde aquel día, el copihue aprendió a apreciar no solo su belleza, sino también la importancia de proteger el ecosistema que lo rodeaba. Cada vez que un desconocido paseaba por el bosque, el chucao se aseguraba de contarles sobre la belleza del copihue y la necesidad de cuidar de sus habitantes.
Y así, el copihue y el chucao, con su amistad y enseñanzas, hicieron del bosque un lugar donde la belleza y la libertad se celebraban juntos, recordando a todos los que pasaban por allí que cada uno, con sus particularidades, es especial y valioso. Los colores del bosque relucían más que nunca, gracias a la unión de sus dos amigos y el amor que compartían por su hogar.
FIN.