El copo de nieve mágico
Había una vez, en un pequeño pueblo de montaña llamado Nevadita, un copo de nieve llamado Florencio. Florencio era muy especial, ya que tenía la capacidad de cambiar de forma y color según su estado de ánimo.
Un día soleado, mientras todos los demás copos de nieve se preparaban para caer al suelo y formar un hermoso manto blanco, Florencio decidió aventurarse y explorar el mundo más allá del pueblo.
No quería ser como los demás copos de nieve; quería descubrir su verdadera identidad. Florencio comenzó a volar por el aire y pronto llegó a un bosque encantado. Allí se encontró con una ardilla muy curiosa llamada Ramona.
Ella le preguntó:"¡Hola! ¿Quién eres tú?""Soy Florencio, un copo de nieve que busca su verdadero yo", respondió emocionado. Ramona sonrió y dijo: "Ven conmigo, te mostraré algo increíble". Juntos caminaron hasta llegar a un estanque cristalino donde había varios animales jugando sobre el hielo.
Allí vieron a una familia de pingüinos deslizándose graciosamente por la superficie helada. Uno de ellos, llamado Benito, notó la presencia del curioso copo de nieve y se acercó amigablemente. "¡Hola! ¿Qué te trae por aquí?", preguntó Benito.
Florencio explicó cómo estaba buscando su verdadero yo y cómo deseaba encontrar su lugar en el mundo. Benito reflexionó durante unos segundos antes de decir: "Tal vez puedas aprender algo de nosotros, los pingüinos.
Somos únicos y especiales a nuestra manera, pero siempre encontramos la felicidad en nuestro hogar". Inspirado por las palabras de Benito, Florencio decidió regresar a Nevadita y descubrir su propósito allí.
Al llegar al pueblo, vio a un grupo de niños construyendo un muñeco de nieve. Se acercó tímidamente y preguntó:"Disculpen, ¿puedo unirme a ustedes?"Los niños emocionados aceptaron encantados y juntos empezaron a darle forma al copo de nieve más hermoso que jamás habían visto.
Florencio estaba feliz; finalmente había encontrado su lugar en el mundo. El invierno continuó y cada vez que nevaba en Nevadita, Florencio se convertía en el centro de atención. Los niños lo admiraban y cuidaban con amor mientras jugaban en la nieve.
Un día, mientras disfrutaba del sol brillante sobre su superficie blanca, Florencio notó algo inusual: sus bordes comenzaron a derretirse lentamente. Asustado, buscó ayuda entre los demás copos de nieve para evitar desaparecer por completo. Pero ninguno sabía qué hacer.
Desesperado, volvió al estanque donde había conocido a Ramona y Benito. Allí encontró una tortuga sabia llamada Matilda tomando sol junto al agua.
Florencio le contó su problema y Matilda reflexionó durante unos momentos antes de decir: "Querido amigo copo de nieve, no te preocupes. La vida está llena de cambios constantes y debemos aprender a adaptarnos. Tal vez tu propósito no sea durar para siempre, sino traer alegría y felicidad mientras estás aquí".
Con estas palabras, Florencio comprendió que su tiempo como copo de nieve estaba llegando a su fin, pero eso no significaba que su existencia fuera en vano. Regresó al pueblo y se unió a los niños una última vez.
Juntos construyeron un gran castillo de nieve en honor a Florencio, el copo de nieve especial que había traído tanta alegría a sus vidas.
Cuando finalmente desapareció por completo, los niños sonrieron y supieron que aunque Florencio ya no estuviera allí físicamente, siempre viviría en sus corazones. Y así, la historia del pequeño copo de nieve llamado Florencio se convirtió en leyenda en Nevadita.
Cada invierno, cuando caían los copos de nieve sobre el pueblo, recordaban con cariño al valiente copo de nieve que descubrió su verdadero yo y enseñó importantes lecciones sobre la vida.
FIN.