El Coraje de Emylia



Era una soleada mañana en el barrio de Villa Esperanza, donde todos los días se cargaban de risas y juegos en el parque. Allí vivía Emylia, una chica de 17 años que, a pesar de las adversidades, siempre mantenía una sonrisa en su rostro. Emylia había sido diagnosticada con cáncer hacía un tiempo, pero eso no le impedía soñar y disfrutar de su vida.

Un día, mientras estaba sentada en un banco del parque, su amiga Ana la visitó. Llevaba consigo un libro lleno de cuentos de aventuras.

"¡Hola, Emylia! ¿Te gustaría que te leyera un cuento sobre un dragón valiente?" - preguntó Ana entusiasmada.

"¡Claro! Me encantan los dragones. ¿Sabías que tengo un dragón en mi habitación?" - respondió Emylia con picardía, haciendo referencia a un póster gigante que tenía en la pared.

Así, Ana comenzó a leerle sobre un dragón que enfrentaba obstáculos, pero siempre encontraba la manera de superarlos. Cada página hacía brillar los ojos de Emylia.

"¡Ese dragón es demasiado valiente! Quiero ser como él" - dijo Emylia con determinación.

Poco tiempo después, conoció a un nuevo amigo en el hospital. Se llamaba Miguel y también tenía cáncer. Un día, mientras charlaban, Miguel le contó sobre sus sueños.

"Quiero ser astronauta y explorar otros planetas. ¿Y vos?" - dijo Miguel con entusiasmo.

"Yo quiero ser artista y crear un mural gigante en el parque" - respondió Emylia, los colores de su sueño pintando su rostro.

La idea del mural quedó flotando en el aire, y con el tiempo, Emylia decidió que, junto a sus amigos, harían realidad ese sueño.

"¿Qué te parece si hacemos un mural que represente nuestra lucha y nuestra fortaleza?" - propuso Emylia.

"¡Sí! Así podemos inspirar a otros" - contestó Miguel.

Movida por esta idea, Emylia organizó un evento en el parque para reunir a sus amigos y a la comunidad. Al principio, muchos se mostraron escépticos, pero la energía de Emylia era contagiosa.

"Si todos colaboramos, podemos hacer un mural hermoso" - decía ella, sonriendo mientras dibujaba bocetos.

Finalmente, el día del evento llegó. Con la ayuda de artistas locales, familias y chicos del barrio, el mural comenzó a cobrar vida. Cada persona traía una historia que contar, una imagen o un color especial. El mural era un hermoso collage de esperanza, sonrisas y unión.

Entre risas y pintura, Emylia y Miguel se dieron cuenta de que el verdadero dragón valiente no era el que luchaba solo, sino aquel que inspiraba a otros a unirse y pelear juntos. La tarde terminó con aplausos y abrazos.

"Mirá, Emylia, tu mural es como un rayo de sol en el parque. ¡Es nuestra historia!" - dijo Miguel con los ojos brillantes.

Al final, Emylia comprendió que enfrentar la vida con valentía no solo era luchar contra la enfermedad, sino también hacer que cada día contara, llenándolo de colores, amistades y sueños. Como una verdadera artista, pintó su vida con amor y coraje, inspirando a todos a seguir sus corazones, sin importar la adversidad.

Y así, en Villa Esperanza, el mural de Emylia se convirtió en un símbolo de fortaleza y unidad, recordando a todos que, a veces, los dragones más valientes son aquellos que comparten sus historias.

Fin.

FIN.

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