El Coraje de Johan



En la escuelita del barrio, había un chico llamado Johan que era conocido por su gran corazón y su ingenio. Pero había algo que lo tenía un poco triste: estaba enamorado de Clara, la niña más linda de toda la escuela. Clara tenía una risa contagiosa y un brillo en los ojos que hacía que todos quisieran estar a su alrededor. Para él, ella era como una estrella en el cielo, hermosa y distante.

Cada día, Johan la veía en el recreo jugando con sus amigas, mientras él se quedaba un poco alejado, mirando con un suspiro profundo.

"Por favor, ¿por qué no puedo acercarme a ella? Quiero hablarle, pero me da mucha vergüenza" - se decía a sí mismo.

Un día, mientras Johan estaba en la biblioteca preparándose para un proyecto de ciencias, escuchó a Clara hablando con sus amigas.

"No sé, creo que me gustaría que alguien me sorprendiera con una carta de amor, algo especial" - comentaba Clara, con un tono soñador.

Esa frase hizo que a Johan se le iluminara la cara. Tenía una idea brillante. Pasó toda la tarde escribiendo una carta muy especial, en la que expresaba sus sentimientos, pero sin decir que él era el autor. Era un misterio.

Al día siguiente, con las manos temblorosas, dejó la carta en el banco donde Clara siempre jugaba. Se escondió detrás de un árbol para ver su reacción.

Clara llegó a su banco, vio la carta y la abrió emocionada. Su rostro se iluminó al leerla, pero luego frunció un poco el ceño.

"¿Pero quién habrá escrito esto?" - se preguntó, miro a su alrededor sin ver a Johan.

Johan, escondido, sintió una mezcla de alegría y tristeza. Había logrado que a Clara le gustara la carta, pero aún ella no sabía que él estaba detrás de todo. Así pasaron los días, y Johan seguía enviando cartas anónimas a Clara. Ella empezaba a buscar al autor misterioso, lo que hizo que Johan soñara con presentarse, pero siempre se quedaba con la duda.

Una tarde, sus amigos lo encontraron un poco abatido.

"¿Qué te pasa, Johan? Parecés triste" - preguntó su amigo Lucas.

"Estoy enamorado de Clara, pero no sé cómo acercarme a ella. Ese misterioso autor de la carta le gusta, pero ella no sabe que soy yo" - confesó Johan.

"¿Y si te arriesgás y hablás con ella?" - sugirió su amiga Ana.

Johan se quedó pensando. Arriesgarse... tal vez esa era la clave. En los días siguientes, decidió estudiar y prepararse para el próximo encuentro con Clara. Se entrenó con un par de chistes y también practicó cómo presentarse.

Finalmente, llegó el día del patio de la ciencia donde los alumnos debían presentar los proyectos. Johan sabía que Clara también participaría.

"Espero que lo haga bien, porque es muy talentosa" - se decía mientras preparaba su mesa.

Cuando Clara llegó, se quedó mirando su proyecto sobre el ciclo del agua.

"¡Qué interesante! No sabía que habías elegido esto" - exclamó Clara. Johan sintió mariposas en el estómago.

"Sí, es un tema que me apasiona. Y tengo un par de cosas preparadas" - respondió, sintiéndose más confiado.

A medida que hablaban, Johan se dio cuenta de que, aunque Clara era la niña más linda de la escuela, también era amable y divertida.

"¿Te gustaría saber quién es el autor de esas cartas?" - le preguntó Johan, con una sonrisa nerviosa.

Clara lo miró sorprendida.

"¿Tú eres?" - preguntó ella, iluminándose con una gran sonrisa.

Johan asintió, y en ese momento, se sintió como si una gran carga se hubiera levantado de sus hombros.

"Pensé que sería un misterio divertido, pero ahora veo que no tengo que esconderme más" - dijo Johan, sintiéndose libre.

A partir de ese día, Johan y Clara comenzaron a hablar más, compartieron ideas y risas. Aunque Johan aún le gustaba a Clara, pronto se dio cuenta de que lo más importante no era solo el enamoramiento, sino la amistad que iban construyendo.

Con el tiempo, se hicieron grandes compañeros, y Clara expresó que admiraba la valentía de Johan para mostrar sus sentimientos.

"Gracias por ser tan valiente. Es genial que hayamos hablado. ¡Tienes un gran corazón, Johan!" - le dijo ella un día, mientras pasaban el rato en el parque.

Johan se sintió feliz. Aprendió que ser uno mismo y ser auténtico es un valor inestimable. No siempre se obtiene exactamente lo que se quiere, pero si se tiene el valor de comunicar lo que uno siente, muchas veces se puede encontrar algo aún mejor, como una verdadera amistad.

Y así, entre travesuras y risas, Johan y Clara aprendieron que lo más importante no era solo el amor, sino tener la valentía de ser uno mismo.

FIN.

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