El Coraje de Luna



Había una vez en un pequeño pueblo, una niña llamada Luna. Ella era muy creativa y le encantaba dibujar. Cada día, llevaba su cuaderno de arte a la escuela, donde llenaba páginas y páginas con sus colores. Pero había un grupo de chicos que no comprendía su amor por el arte. Se hacían llamar 'Los Rápidos', y siempre se burlaban de ella.

Un día, mientras Luna dibujaba sentada en una esquina del patio, escuchó una risa burlona detrás de ella.

"Mirá a la friki de los dibujos", dijo uno de los Rápidos.

"¡Seguro que no sabe hacer otra cosa!", añadió otro.

Luna sintió que su corazón se encogía. Luego miró su cuaderno y pensó que su arte le daba alegría, y decidió no dejar que las palabras de esos chicos le arruinaran el día.

Sin embargo, esto no era fácil. Cada vez que los veía, su confianza se desvanecía un poco más.

Una tarde, mientras Luna pintaba un mural en su colegio, una chica llamada Mariela se le acercó.

"¡Qué hermoso lo que haces!" exclamó Mariela con una gran sonrisa,

"Realmente me gusta el uso de los colores."

Luna sonrió tímidamente.

"Gracias, pero hay algunos chicos que piensan que esto es una tontería".

"No importa lo que digan, me parece genial que hagas lo que amas. Si te gusta, ¡es lo que cuenta!"

Animada por Mariela, Luna decidió organizar una exposición de arte en la escuela para mostrar su trabajo. Pensó que tal vez esto ayudaría a los demás a entender su pasión. Estaba nerviosa, pero sabía que debía hacerlo.

Al día siguiente, llamó a algunos amigos para ayudarle a colgar sus dibujos en las paredes del gimnasio. Mientras trabajaban, los Rápidos se acercaron.

"¿Qué están haciendo aquí?" dijo uno de ellos con tono despreciativo.

"¿Looks de artistas? No se engañen, eso es solo un montón de garabatos."

Luna sintió esa punzada de inseguridad otra vez, pero en lugar de callar, se armó de valor y les respondió:

"¿Saben? Hacer arte me hace feliz. Cada dibujo refleja algo de mí. No necesito su aprobación."

Los Rápidos se quedaron en silencio y luego se rieron, pero Luna no se dejó afectar.

El día de la exposición llegó y todo el colegio estaba invitado. Cuando los chicos vieron los dibujos de Luna, comenzaron a reírse de nuevo. Pero algo diferente sucedió. Muchos de sus compañeros empezaron a acercarse a Luna.

"Es muy lindo esto de aquí", decía un niño mientras señalaba un dibujo.

"¿Cómo hiciste eso?" preguntó otro con curiosidad.

De repente, todo cambió. Los Rápidos se dieron cuenta de que todos estaban admirando a Luna y su arte. La broma y la burla se desvanecieron. Se sintieron incómodos porque, para su sorpresa, a la gente le gustaban los dibujos de Luna.

Finalmente, uno de ellos se acercó a Luna, con un tono más suave.

"Nos perdimos esto, ya que siempre te molestábamos. Es… es realmente bueno."

Luna lo miró y sonrió.

"Gracias. No fue fácil, pero al final, creo que ayudó a mostrarles que mis dibujos son importantes para mí."

A partir de ese día, Luna se volvió más segura, y los Rápidos se dieron cuenta de que ser parte de un grupo no significaba hacer sentir mal a otro. Aprendieron que lo diferente puede ser maravillosamente especial.

Luna continuó creando, inspirando a otros a que siguieran sus pasiones, mientras que en el colegio, el bullying fue reemplazado por amistad, respeto y aceptación. Y así, el pequeño pueblo se llenó de color, gracias al coraje de Luna.

FIN.

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