El Coraje de Sofía



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada Sofía. Sofía era una niña con una gran imaginación y un corazón valiente. Sin embargo, había algo que le daba mucho miedo: ir al colegio. Todos los días, al despertar, su estómago se llenaba de mariposas y su mente se llenaba de dudas.

"¿Y si no entiendo lo que dicen los maestros?" - se preguntaba. "¿Y si nadie quiere jugar conmigo?" -

Un día, Sofía decidió hablar con su mamá sobre su miedo.

"Mamá, no sé si puedo ir al colegio. Tengo mucho miedo de no ser buena en las clases." -

Su mamá la miró con ternura y le respondió:

"Sofía, todos tenemos miedo a veces. Pero el colegio es un lugar donde aprendes cosas nuevas y donde puedes hacer amigos. ¿Te gustaría que te acompañara un día?" -

Sofía asintió, sintiendo un poco de alivio. Al día siguiente, su mamá la llevó al colegio. Cuando llegaron, Sofía vio a sus compañeros jugando en el patio.

"Mirá, Sofía, esos niños parecen divertirse. Tal vez podrías unirte a ellos." - le sugirió su mamá.

"Pero, ¿y si no quieren jugar conmigo?" - Sofía dudaba.

Sofía se armó de valor y se acercó a un grupo de niños que jugaban a la pelota.

"Hola, ¿puedo jugar?" - preguntó tímidamente.

Los niños la miraron y uno de ellos, un chico llamado Mateo, sonrió:

"¡Claro! Vení, sé que hay espacio para todos. ¡Vamos a jugar!" -

Así, Sofía se unió al juego y, a medida que pasaban los minutos, se sentía más cómoda y feliz. Después del juego, entraron al aula. Sofía se sentó en su pupitre junto a su nueva amiga, Ana.

"No te preocupes, Sofía. Si necesitas ayuda con las tareas, yo te puedo explicar. A veces es difícil, pero no estás sola." - le dijo Ana, dándole una palmada en la espalda.

Durante la clase, Sofía descubrió que no era tan mala en matemáticas como pensaba. La maestra explicó un problema y, sorprendentemente, Sofía levantó la mano:

"Yo sé la respuesta." - empezó, sintiéndose emocionada.

La maestra la miró y sonrió,

"¡Genial, Sofía! ¿Podés explicarnos cómo lo hiciste?" -

Sofía se puso nerviosa, pero recordó lo que su mamá le dijo sobre ser valiente. Así que, con voz temblorosa, empezó a explicar. Cuando terminó, los compañeros la aplaudieron.

"¡Muy bien, Sofía!" - dijo Mateo. "Sos genial, deberías hacerlo más seguido." -

De repente, Sofía se dio cuenta de que había superado un gran miedo. Con el tiempo, se sintió más segura y comenzó a disfrutar del colegio. Se unió al club de lectura, donde conoció a más amigos que compartían su amor por los libros. Un día, el profesor de arte les propuso un proyecto especial.

"Chicos, vamos a hacer una exhibición de arte. Cada uno deberá presentar su obra." - anunció el profesor.

Sofía se asustó nuevamente. "¿Y si a nadie le gusta lo que hago?" - pensó. Entonces, recordó la vez que había pintado un hermoso paisaje en casa.

"Voy a intentarlo. Tengo que ser valiente una vez más." - decidió.

Pasó largas horas trabajando en su pintura, reflejando el hermoso sol que siempre chisporroteaba en su pueblo. El día de la exhibición llegó y, aunque el nudo en su estómago estaba presente, Sofía se armó de coraje. Cuando fue su turno, se puso de pie frente a todos.

"Yo elegí pintar este paisaje porque me recuerda a la alegría que siento cuando estoy en la naturaleza." - comenzó a explicar.

Los aplausos retumbaron en el aula al finalizar su presentación.

"¡Sofía, tu pintura es hermosa!" - gritó Ana.

"¿Podés enseñarme a pintar como vos?" - añadieron otros niños.

Aquel día, Sofía no solo había superado sus miedos, sino que también había ganado la admiración de su clase. Desde entonces, ya no temía ir al colegio; más bien, sentía curiosidad por cada nuevo día y deseaba aprender siempre más. Su madre sonrió al ver su crecimiento y le dijo:

"Ves, Sofía, lo único que necesitamos es un poco de coraje. ¡Seguí así!" -

Y así, Sofía aprendió que el miedo es solo una etapa, que con valentía, todo es posible. Y cada día, su corazón se llenaba de posibilidades y de sueños.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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