El Coraje de Sofía
Sofía era una niña pequeña pero valiente, que vivía en una colorida ciudad llena de encanto y sorpresas. Hoy era un día muy especial: ¡era su cumpleaños! Mientras caminaba por las calles adornadas con globos y serpentinas, su corazón latía con emoción. Sofía siempre había creído que había algo especial guiando cada uno de sus pasos.
En su camino, se encontró con su amigo Tomás, un niño aventurero. Llevaba en su mano un mapa del tesoro que había hecho él mismo.
"¡Sofía! Vení, ¡te invito a buscar un tesoro!" - dijo Tomás, con los ojos brillantes de emoción.
"¡Qué genial! ¿Qué tenemos que hacer?" - preguntó Sofía, sonriendo.
Tomás le mostró el mapa, que llevaba a diversos puntos de la ciudad.
"Primero tenemos que encontrar el viejo puente de madera que está cerca del parque. ¡Allí empieza nuestra aventura!" - explicó Tomás.
Sofía asintió y juntos se dirigieron al parque, donde los árboles susurraban en el viento. Pero al llegar al viejo puente, descubrieron que estaba cubierto de hojas y un poco resbaloso.
"No sé si puedo cruzarlo..." - dijo Sofía, sintiendo un pequeño temblor en su corazón.
"¡Por supuesto que podés! Solo tenés que ir despacito, como tortuguita. Yo estoy acá para ayudarte." - animó Tomás, extendiendo su mano.
Sofía respiró hondo y, con valor, empezó a cruzar el puente, con pasos cuidadosos pero firmes. Cuando llegó al otro lado, una gran sonrisa iluminó su rostro.
"¡Lo logré!" - gritó con alegría.
"¡Te dije que podías! Ahora, buscamos la siguiente pista. ¡Vamos!" - exclamó Tomás entusiasmado.
Siguieron el mapa y llegaron a una fuente donde había un viejo loro que hablaba.
"¡Hola, pequeños aventureros!" - dijo el loro con voz melodiosa. "Para continuar con su búsqueda, necesitan resolver un acertijo. ¿Qué es lo que siempre sube y nunca baja?"
Sofía y Tomás miraron al loro con curiosidad.
"¡Es la edad!" - dijo Sofía de repente.
"¡Correcto! ¡Pueden irse!" - contestó el loro, aplaudiendo con sus alas.
Emocionados, continuaron su camino, cada vez más cerca del tesoro. Pero al poco tiempo, se encontraron con una gran casa abandonada.
"Estamos seguros de querer entrar ahí?" - preguntó Sofía, sintiéndose un poco nerviosa.
"¡Claro! Tal vez ahí hay algo increíble. Además, ¡tenemos que ser valientes!" - respondió Tomás mientras empujaba la puerta.
Los dos amigos entraron a la casa y escucharon un eco. Era como si la casa le hablara. Sofía se armó de valor y dio un paso adelante. De repente, una sombra se asomó detrás de las cortinas. Era un gato grandes y animals.
"¿Qué hacen aquí, intrusos?" - maulló el gato.
"Vinimos a buscar un tesoro, pero no queremos problemas" - dijo Sofía, temblando un poco.
"Yo estoy aquí cuidando ese tesoro, pero puedo ser un buen amigo si me cuentan algo valiente que hayan hecho hoy" - dijo el gato con curiosidad.
Sofía y Tomás se miraron y empezaron a contar sus aventuras del día: cómo cruzaron el puente, cómo resolvieron el acertijo del loro y cómo reunieron el valor para entrar en esa casa.
"¡Eso es realmente valiente!" - dijo el gato, moviendo su cola de un lado a otro. "Así que, los dejaré llevar un poco del tesoro. ¡Feliz cumpleaños, Sofía!"
La casa llena de polvo se iluminó de una manera mágica, y el gato les llevó a una habitación brillante donde había cientos de monedas de chocolate y caramelos de colores.
"¡Gracias, gato! ¡Es el mejor regalo de cumpleaños!" - exclamó Sofía, con sus ojos radiantes.
Sofía y Tomás bailaron de alegría y llenaron sus mochilas con dulces y risas. Al salir de la casa, Sofía sintió que había aprendido algo muy importante: la valentía no significa no sentir miedo, sino actuar a pesar de él.
Mientras volvían, Sofía sabía que, aunque era pequeña, tenía una gran fuerza dentro de ella. Celebraron el cumpleaños de Sofía bajo el cielo estrellado, rodeados de dulces y amistad.
Y así, con el corazón lleno de aventuras y dulzura, sus pasos siguieron, guiados por la confianza y el coraje.
A partir de ese día, Sofía nunca dudó de su fuerza interior, recordando siempre que cada pequeño paso cuenta y que los grandes tesoros se encuentran haciendo frente a los miedos con una sonrisa.
FIN.