El Coraje de Tino



Era un hermoso día soleado en el Parque de las Aventura, donde los niños corrían y jugaban felices. En medio de risas y juegos, destacaba Tino, un pequeño con una energía desbordante y una sonrisa que iluminaba su rostro. Tino adoraba escalar los árboles más altos y deslizarse por los toboganes más largos. Sin embargo, había un juego que siempre le llamaba la atención: saltar desde el columpio más alto.

Un día, mientras sus amigos jugaban a la pelota, Tino no pudo resistir la tentación de probar el columpio.

"¡Miren, voy a saltar!" - gritó Tino, emocionado.

Sus amigos lo miraron con sorpresa.

"¿Estás seguro, Tino? Puede ser peligroso" - dijo Malu, una de sus mejores amigas.

"¡Claro! Soy rápido y fuerte, nada malo va a pasar" - respondió él con confianza.

Y así, Tino comenzó a mecerse cada vez más alto. En un momento, se sintió listo para saltar. Con un gran impulso, soltó el columpio y voló por el aire... pero,

¡CRAC! Tino aterrizó en el suelo, torciéndose el tobillo.

"¡Ay!" - exclamó Tino, con una mezcla de sorpresa y dolor.

Sus amigos corrieron hacia él.

"¡Tino! ¿Estás bien?" - preguntó Juan, preocupado.

"Me duele un poco... pero creo que puedo levantarme" - respondió Tino, aunque sabía que no podía. Malu miró a los demás y dijo:

"Deberíamos buscar a la mamá de Tino. Ella sabrá qué hacer".

Apenas unos minutos después, la mamá de Tino llegó corriendo al parque.

"Tino, cariño, ¿qué ocurrió?" - preguntó, preocupada al ver a su hijo en el suelo.

"Me lastimé el tobillo un poco, mamá. Pero creo que puedo seguir jugando" - dijo él, tratando de mostrar valentía.

La mamá de Tino lo miró con cariño.

"Entiendo que quieras jugar, pero es importante que descansen un poco y ver si necesitas ayuda. Vamos a casa, así te puedo curar".

Con un poco de esfuerzo, Tino se dejó llevar, y aunque pensaba que se perdería la diversión, no podía evitar sentir un poco de alegría al estar con su mamá.

Esa tarde, Tino se sentó en el sillón con una bolsa de hielo en el tobillo.

"No puedo creer que me haya lastimado..." - murmuró.

"No te preocupes, Tino. Las lesiones pueden pasarle a cualquiera. Además, este es un buen momento para aprender algo nuevo. ¿Qué te parece si leemos un cuento juntos?" - sugirió Su mamá.

A Tino se le iluminó el rostro.

"¡Me encantaría!" - contestó, olvidando un poco su dolor. Así fue como se sumergieron en un maravilloso mundo de cuentos. Aprendieron sobre la valentía, la amabilidad y la importancia de cuidarse y cuidar a los demás.

Con el paso de los días, Tino comenzó a sentir que su tobillo mejoraba. Pero, más allá de eso, descubrió que había cosas que podía hacer incluso sin jugar físicamente. Empezó a dibujar, a leer más cuentos y a ayudar a su mamá en la cocina, donde prepararon unas ricas galletitas.

Poco a poco, su confianza volvió y se sintió listo para regresar al parque. El primer día que volvió, sintió un poco de miedo al ver el columpio. Pero sus amigos lo saludaron contentos.

"¡Tino, estamos tan felices de verte! ¿Cómo te sentís?" - preguntó Malu.

"¡Me siento mejor! Ya estoy listo para unirme a ustedes" - dijo Tino, aunque todavía sentía un pequeño nervio por el columpio.

"Podemos empezar con algo más fácil, si querés" - le ofreció Juan.

"¡Está bien!" - aceptó Tino, sonriendo. Jugaron al fútbol, a las escondidas y también exploraron otros juegos.

Un par de horas después, ya no había rastro de miedo en el corazón de Tino.

"Voy a intentar el columpio de nuevo" - decidió Tino. Todos lo miraron con entusiasmo.

Andando con valentía, subió al columpio y comenzó a mecerse, esta vez con un poco más de precaución. Cuando llegó el momento de saltar, lo hizo de manera controlada y, aunque aterrizó un poco más lejos, esta vez lo hizo sin lastimarse.

"¡Lo logré!" - gritó Tino mientras corría hacia sus amigos.

"¡Eres un valiente!" - lo aplaudieron todos.

Tino, con una gran sonrisa, comprendió que no Solo se trataba de ser valiente, sino que también era muy importante aprender de lo que nos pasa en la vida.

Y así, Tino siguió jugando y disfrutando con sus amigos, pero siempre recordando que cuidarse es tan importante como jugar.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!