El coraje de Tomás y Azulito



Había una vez un niño llamado Tomás que vivía en una pequeña casa al lado del bosque. Tomás era muy valiente durante el día, pero tan pronto como llegaba la noche, se volvía temeroso y asustadizo.

Le tenía miedo a la oscuridad y no podía conciliar el sueño sin tener todas las luces de su habitación encendidas. Un día, mientras jugaba en el jardín, vio un hermoso pájaro posado en una rama cercana.

El niño quedó maravillado por los brillantes colores del ave y decidió acercarse para verlo mejor. "¡Hola! ¿Cómo te llamas?"- preguntó Tomás emocionado. El pájaro lo miró con curiosidad y respondió: "Me llamo Azulito, ¿y tú?""Soy Tomás"- contestó el niño.

"¿Qué haces aquí?"Azulito sonrió y le dijo: "Vengo a visitar este hermoso lugar todos los días. Me encanta volar libremente entre los árboles". Tomás suspiró tristemente.

"Yo también quisiera poder volar como tú, pero le tengo mucho miedo a la oscuridad". Azulito se acercó amigablemente a Tomás y le dijo: "No tienes por qué tenerle miedo a la oscuridad. Es solo falta de luz, pero aún hay muchas cosas hermosas que podemos descubrir en ella".

El niño frunció el ceño confundido. "¿Cosas hermosas? No entiendo". Azulito comenzó a contarle historias sobre cómo las estrellas brillaban en el cielo oscuro, cómo la luna iluminaba el camino de los animales nocturnos y cómo las luciérnagas bailaban entre los árboles.

Tomás se quedó fascinado escuchando todas esas maravillas. Comenzó a darse cuenta de que tal vez la oscuridad no era tan aterradora como pensaba. "Azulito, ¿crees que podrías ayudarme a superar mi miedo?"- preguntó Tomás con timidez.

El pájaro asintió con alegría. "¡Por supuesto! Volaré contigo por encima del bosque y te mostraré lo hermoso que puede ser". Así comenzaron sus aventuras.

Cada noche, Azulito llegaba volando hasta la ventana de Tomás y juntos emprendían vuelo sobre los árboles. El niño fue descubriendo un mundo nuevo y emocionante en la oscuridad: el sonido relajante del viento entre las hojas, los grillos cantando su melodía nocturna y las sombras juguetonas que danzaban a su alrededor.

Poco a poco, Tomás dejó de temerle a la oscuridad. Se dio cuenta de que no había nada malo en ella y que podía disfrutarla tanto como disfrutaba del día.

Con el tiempo, la amistad entre Tomás y Azulito se fortaleció aún más. Juntos exploraron todos los rincones del bosque y aprendieron muchas cosas nuevas cada noche.

Un día, mientras volaban sobre un prado lleno de flores brillantes bajo la luz de la luna llena, Tomás le dijo emocionado a Azulito: "Gracias por ayudarme a superar mi miedo. Ahora puedo disfrutar de la oscuridad tanto como del día". Azulito sonrió y respondió: "De nada, Tomás.

Siempre estaré aquí para ti, recordándote que no hay nada que temer en la oscuridad". Y así, el niño y el pájaro continuaron volando juntos, explorando cada rincón del mundo con valentía y sin miedo a lo desconocido.

Tomás aprendió que los verdaderos amigos están ahí para apoyarnos y ayudarnos a superar nuestros temores más profundos. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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