El corazón de Aninha


Aninha era una niña muy creativa y soñadora, le encantaba pasar horas dibujando y pintando en su pequeña mesa de trabajo. Siempre tenía un lápiz y papel a mano para plasmar cualquier idea que surgiera en su mente.

Un día, mientras dibujaba un paisaje lleno de colores vibrantes, su mamá entró en la habitación y se acercó a ella:- Hola Aninha, ¿qué estás haciendo? - Estoy dibujando mamá, ¿no ves? -respondió la niña con entusiasmo.

- ¡Qué bonito! Eres una artista muy talentosa. Aninha sonrió feliz al escuchar el halago de su mamá. Sabía que ella siempre apoyaría sus sueños de convertirse en una gran artista algún día. Pero no todo era color de rosa para Aninha.

En la escuela había algunos niños que se burlaban de ella por ser diferente y tener intereses distintos a los demás.

A veces se sentía sola y triste por no tener amigos con quienes compartir su amor por el arte. Una tarde, mientras caminaba hacia casa después de clases, Aninha vio a un anciano sentado en un banco del parque. Tenía una guitarra entre las manos y cantaba canciones tradicionales argentinas con mucho sentimiento.

Aninha se detuvo a escucharlo y pronto notó que otras personas también se habían congregado alrededor del anciano para disfrutar de su música. Se sintió fascinada por la forma en que el hombre lograba transmitir emociones tan fuertes mediante sus canciones.

Cuando terminó la presentación del anciano, Aninha se acercó a él tímidamente:- Hola, señor. Me gustó mucho su música. - ¡Gracias, pequeña! -le respondió el anciano con una sonrisa-.

¿Y tú qué haces por aquí? - Soy Aninha y me encanta dibujar y pintar. Sueño en ser una gran artista algún día, pero a veces me siento sola porque los demás niños no entienden mi pasión.

El anciano escuchó atentamente a Aninha y le dijo:- Sabes, pequeña, la vida es como un lienzo en blanco que tú puedes llenar de colores y formas según tu voluntad. No te preocupes por lo que piensen los demás o por si eres diferente.

Lo importante es que sigas tu corazón y seas fiel a ti misma. Si amas el arte, entonces dedícate a él con todo tu ser y verás cómo poco a poco encontrarás personas que compartan tus intereses.

Aninha quedó fascinada con las palabras del anciano y decidió seguir su consejo. A partir de ese día, se dedicó aún más al arte e incluso comenzó a compartir sus obras en redes sociales para conocer otros artistas como ella.

Pronto descubrió que había muchos niños como ella en todo el mundo que amaban el arte tanto como ella lo hacía.

Y aunque todavía había algunos niños que se burlaban de ella en la escuela, ya no le importaba tanto porque sabía que tenía amigos verdaderos fuera de la escuela. Con el tiempo, Aninha se convirtió en una artista reconocida internacionalmente gracias a su talento innato y su perseverancia.

Pero sobre todo, era feliz porque había encontrado su lugar en el mundo y podía expresarse libremente mediante sus creaciones. .

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