El corazón de Benito



Había una vez en el hermoso bosque de Villa Osa, un osito llamado Benito. Benito era muy alegre y juguetón, siempre estaba correteando de un lado a otro con sus amigos animales. Pero un día, algo extraño sucedió.

Benito comenzó a sentirse triste sin razón aparente. Su corazón dolía y ese malestar lo seguía a todas partes, incluso cuando intentaba comer miel o jugar con sus amigos.

Estaba tan preocupado que decidió hablar con su mamá osa sobre lo que le pasaba. "Mamá, siento algo raro en mi corazón. Me duele y no sé por qué", dijo Benito con voz temblorosa.

La mamá osa se acercó cariñosamente a su hijo y le preguntó: "¿Qué te pasa, querido? Cuéntame qué sientes". Benito le contó todo sobre el malestar en su corazón, cómo lo había estado siguiendo a todas partes y cómo no podía deshacerse de él.

La mamá osa escuchó atentamente a Benito y luego le dio un abrazo reconfortante. Luego le dijo: "A veces los sentimientos tristes pueden aparecer sin motivo aparente, pero es importante hablar sobre ellos para encontrar una solución juntos".

"¿Qué puedo hacer para sentirme mejor?", preguntó Benito con esperanza en sus ojos. La mamá osa sonrió y le sugirió: "Podemos buscar actividades que te hagan feliz, como cantar tus canciones favoritas, dibujar o dar paseos por el bosque. También podemos hablar más sobre tus sentimientos para entenderlos mejor".

Benito asintió emocionado por la idea de pasar tiempo junto a su mamá y trabajar juntos para superar su malestar en el corazón. Los días pasaron y Benito siguió las sugerencias de su mamá.

Cantaban juntos bajo los árboles, pintaban paisajes maravillosos y tenían largas charlas sobre sus emociones. Poco a poco, el malestar en el corazón de Benito empezó a desvanecerse.

Una tarde soleada, mientras caminaban por el bosque, Benito se detuvo frente al lago cristalino y miró su reflejo en el agua. Ya no sentía aquel dolor en el pecho; ahora reinaba la alegría en su interior. "Gracias mamá por ayudarme a sentirme mejor", dijo Benito con una sonrisa radiante.

La mamá osa lo abrazó tiernamente y respondió: "Siempre estaré aquí para escucharte y apoyarte en todo lo que necesites, querido". Y así, entre risas y abrazos amorosos, Benito aprendió la importancia de expresar sus emociones y compartirlas con quienes más lo querían.

Juntos descubrieron que hablar sobre los sentimientos tristes era el primer paso para sanar cualquier malestar del corazón.

FIN.

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