El Corazón de Cristhina
Cristhina era una niña alegre y llena de vida que vivía en un pequeño pueblo. Tenía una mejor amiga llamada Valentina. Ambas se conocían desde muy pequeñas y compartían todo: risas, secretos y aventuras. Sin embargo, había algo en los sentimientos de Cristhina que no podía compartir con Valentina. Cristhina estaba enamorada de su mejor amiga.
Un día soleado, mientras jugaban en el parque, Cristhina miró a Valentina y pensó: "¿Qué pasaría si le cuento lo que siento?" Pero la idea le daba un poco de miedo. Decidió dejarlo pasar y seguir disfrutando del momento.
"Cristhina, ¿quieres probar el nuevo tobogán?" - preguntó Valentina emocionada.
"¡Sí! Vamos, será divertido" - respondió Cristhina, tratando de olvidar su tormento emocional por un momento.
Después de deslizarse por el tobogán, Valentina sugirió que fueran al arroyo a buscar flores. Mientras recogían margaritas y claveles, Cristhina empezó a pensar de nuevo en sus sentimientos. De pronto, su amiga rompió el silencio.
"Cristhina, siempre te he considerado como mi hermana. Eres la mejor amiga del mundo".
Esas palabras hicieron sentir a Cristhina una mezcla de felicidad y tristeza. ¿Cómo podía ser que su amiga la viera como una hermana si ella quería ser algo más?
Con el tiempo, Cristhina decidió que debía ser honesta consigo misma y con Valentina. Así que se aventuró a hablar con ella una tarde mientras caminaban por el bosque.
"Valentina, hay algo que necesito decirte" - comenzó Cristhina, con el corazón latiendo fuerte.
"¿Qué sucede?" - preguntó Valentina, mirándola con curiosidad.
"Es sobre lo que siento por vos. Te quiero mucho, más allá de una amiga. Mi corazón late distinto cuando estoy cerca tuyo".
Valentina se detuvo, mirándola sorprendida. Cristhina sintió un nudo en el estómago, pero se armó de valor para seguir hablando.
"Sé que esto puede cambiar las cosas entre nosotras, pero no puedo guardarlo más".
Valentina sonrió de forma cálida después de una pausa que le pareció eterna.
"Cristhina, no te preocupes. Aprecio tu honestidad. Yo también te quiero, pero en otro sentido".
"¿A qué te referís?" - preguntó Cristhina, sin entender del todo.
Valentina se rió suavemente, haciendo un gesto de comprensión.
"Te quiero muchísimo, ¡pero creo que lo que sentimos es algo diferente!".
"¿Crees que nuestra amistad se verá afectada?" - preguntó Cristhina, sintiendo una mezcla de alivio y temor.
"No, al contrario. Esto nos hace más fuertes" - resolvió Valentina. "La amistad es hermosa en todas sus formas. Podemos reir, llorar, y seguir siendo las mismas de siempre, aunque nuestras emociones cambien".
El corazón de Cristhina se sintió aliviado. Sabía que no perdería a Valentina, a pesar de que su amor era distinto. Decidieron seguir siendo amigas, apoyándose en las diferencias y la singularidad de cada una.
A lo largo del tiempo, el grupo de amigas se amplió y Cristhina aprendió que el amor puede adoptar diferentes formas. Se enfocó en ser feliz con lo que tenía, pero siempre guardando un lugar especial en su corazón para su amiga.
"Te quiero, Valentina. Gracias por ser siempre sincera" - dijo Cristhina un día.
"Y gracias a vos por ser tan valiente" - contestó Valentina con una sonrisa brillante.
Poco a poco, Cristhina entendió que el amor no siempre se trata de lo romántico, sino de la conexión que uno tiene con los demás. Y aunque a veces los sentimientos pueden ser complicados, la sinceridad es lo que realmente importa. Así, las dos amigas siguieron compartiendo muchas aventuras, aprendiendo de la vida y creciendo juntas, siempre valorando la maravillosa amistad que habían construido.
Y así, Cristhina y Valentina demostraron que el amor viene en muchas formas, y lo más importante es ser fiel a uno mismo y a los demás, sin importar los giros que la vida tome.
FIN.