El corazón de Gina



Una soleada mañana en Buenos Aires, Rafaela se despertó emocionada porque finalmente iba a conocer a su prima recién nacida, Gina.

Desde que sus papás le habían contado la noticia de que tenía una prima en Portugal, no podía dejar de imaginar cómo sería su encuentro. Rafaela era una niña muy curiosa y aventurera. Le encantaba viajar y aprender sobre diferentes culturas.

Así que cuando sus papás le dijeron que iban a hacer un viaje especial para visitar a Gina, no pudo contener su emoción. Después de un largo vuelo, Rafaela y sus papás llegaron a Lisboa. Allí los esperaba la tía Isabel, mamá de Gina.

Se abrazaron con alegría y comenzaron a hablar sobre el plan para el día siguiente: irían juntas al pueblo donde vivía la familia de Isabel para conocer a la pequeña Gina. Al día siguiente, Rafaela y su familia subieron al auto y emprendieron el camino hacia el pueblo.

A medida que se acercaban, Rafaela sentía cómo las mariposas revoloteaban en su estómago.

¡Estaba ansiosa por ver a Gina! Finalmente llegaron al pueblo y fueron recibidos con alegría por todos los familiares reunidos en casa de los abuelos de Isabel. Había risas, comida deliciosa y mucho amor compartido entre todos. En medio de toda esa felicidad familiar, Rafaela buscó con la mirada a su prima recién nacida.

La encontró dormidita en una cuna rodeada de juguetes coloridos. ¡Era tan linda! Sin embargo, algo llamó poderosamente la atención de Rafaela. Gina tenía una manchita en la mejilla, justo debajo del ojo. Era una pequeña marca de nacimiento que formaba un corazón.

Rafaela quedó maravillada al ver esa peculiaridad en su prima y supo en ese momento que ellas serían muy especiales. Rafaela se acercó a Gina con su sonrisa más cálida y le susurró al oído: "¡Hola, prima! Soy Rafaela, tu prima de Argentina.

¡Estoy tan feliz de conocerte!". Y para sorpresa de todos, Gina abrió los ojitos y respondió con una risita dulce. Desde ese día, Rafaela y Gina se volvieron inseparables.

Juntas exploraron el pueblo, corrieron por los campos y compartieron secretos bajo la sombra de los árboles centenarios. Pero un día, mientras jugaban cerca del río, Rafaela notó que Gina estaba triste. Se sentaron juntas en un banco y Rafaela le preguntó qué le pasaba.

"Rafa -dijo Gina sollozando-, a veces me siento diferente por tener esta manchita en mi cara".

Rafaela abrazó a Gina con ternura y le dijo: "Prima querida, lo que hace especial a cada uno de nosotros no son las cosas externas como manchas o marcas. Lo importante es cómo nos tratamos entre nosotros y cómo hacemos sentir bien a los demás". Gina miró a su prima con curiosidad y preguntó: "¿Y cómo podemos hacer eso?".

"Podemos comenzar celebrando nuestras diferencias", respondió Rafaela con una sonrisa radiante. "Por ejemplo, tú tienes esa hermosa manchita en forma de corazón que te hace única.

Y yo tengo pecas por todo mi rostro, ¡y me encantan! Cada uno de nosotros tiene algo especial y eso es lo que nos hace especiales". Gina sonrió tímidamente y abrazó fuertemente a Rafaela. A partir de ese momento, ambas primas prometieron siempre recordar la importancia de aceptarse y valorarse mutuamente.

El tiempo pasó y Rafaela tuvo que regresar a Argentina, pero su conexión con Gina se mantuvo fuerte. A través del correo electrónico, las dos primas compartían sus aventuras e intercambiaban mensajes llenos de amor y apoyo.

Y así, Rafaela aprendió una valiosa lección: no importa cuán diferentes seamos por fuera, lo más importante es cómo tratamos a los demás y cómo dejamos que nos traten. Porque al final del día, todos somos únicos y maravillosos en nuestra propia manera.

FIN.

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