El corazón de Jhoanna



Había una vez en un barrio muy colorido y alegre, una niña llamada Jhoanna. Ella era una niña muy especial, con unos lindos anteojos redondos que le daban un aire inteligente y simpático.

A pesar de eso, Jhoanna era feliz y siempre estaba lista para divertirse con sus amigos. Un día soleado, Jhoanna salió a la plaza del barrio para jugar con sus amigos: Martín, Sofía y Juan. Pero algo extraño sucedió esa tarde.

Cuando Jhoanna se acercó al grupo, notó que todos la miraban de manera diferente. Martín comenzó a reírse y señaló los anteojos de Jhoanna diciendo: "¡Miren a cuatro ojos! ¡Qué fea eres!".

Sofía y Juan se unieron a las risas burlonas. Jhoanna sintió un nudo en la garganta y sus ojos se llenaron de lágrimas. Se sentía triste y herida por las palabras hirientes de sus amigos.

Sin decir nada, se alejó lentamente mientras escuchaba las risas detrás suyo. Esa noche, Jhoanna no podía dejar de pensar en lo sucedido en la plaza. Se preguntaba por qué sus amigos habían sido tan crueles con ella por tener gafas y ser diferente físicamente.

Pero luego recordó algo importante que su mamá siempre le decía: "La verdadera belleza está en el interior".

Decidida a demostrarle a sus amigos lo especial que era, al día siguiente Jhoanna llegó a la plaza con una sorpresa bajo el brazo: un juego nuevo que había comprado con mucho esfuerzo ahorrando su dinero. Al verla llegar, Martín, Sofía y Juan se acercaron curiosos. Jhoanna les mostró el juego con una sonrisa sincera y les dijo: "¿Quieren jugar juntos?".

Los niños se miraron entre ellos avergonzados por cómo habían tratado a su amiga el día anterior. "Lo siento mucho por haberme burlado de ti", dijo Martín avergonzado. "Yo también me arrepiento mucho", agregó Sofía. "Perdónanos, Jhoanna", pidió Juan sinceramente.

Jhoanna los miró con ternura y les tendió la mano en señal de amistad. Todos juntos empezaron a jugar y pronto las risas fueron genuinas y llenas de alegría.

Desde ese día, Jhoanna comprendió que ser diferente no era algo malo; al contrario, era lo que la hacía única e irrepetible. Sus amigos aprendieron que las apariencias no definían a una persona y valoraron la bondad y generosidad de Jhoanna por encima de todo.

Y así, entre juegos, risas y aventuras compartidas, Jhoanna demostró que la verdadera belleza radica en el corazón de cada uno. Y juntos descubrieron que la amistad verdadera va más allá de las apariencias. Fin

FIN.

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