El Corazón de Josué
Había una vez en la ciudad de Buenos Aires un niño llamado Josué. Josué era un niño negro que vivía felizmente con su familia.
Un día, Josué escuchó hablar sobre un gran concierto que se llevaría a cabo en el parque de su barrio y decidió ir a disfrutar de la música. Cuando llegó al concierto, Josué notó que todas las personas eran diferentes a él.
Algunos tenían el pelo largo, otros llevaban ropa muy colorida y algunos incluso usaban maquillaje extravagante. Pero lo más importante, todos parecían estar divirtiéndose mucho. Josué se acercó al grupo de niños que estaba bailando y cantando, pero cuando se acercó, algunos comenzaron a murmurar cosas desagradables sobre él.
"-Mira ese chico negro, no debería estar aquí", dijo uno de ellos. Josué sintió mucha tristeza al escuchar esos comentarios hirientes. Decidió alejarse y encontrar un lugar donde pudiera disfrutar del concierto sin sentirse juzgado por su apariencia.
Caminando por el parque, encontró un árbol enorme y frondoso bajo el cual decidió sentarse para descansar un poco. Mientras estaba allí, una mariposa azul voló cercana a él y se posó en su hombro.
"-Hola amiguito", dijo Josué sonriendo. La mariposa parecía responderle con sus alas brillantes. De repente, algo sorprendente ocurrió: la mariposa comenzó a hablar con una voz dulce y melodiosa. "-Josué, no te preocupes por lo que los demás piensen de ti.
Eres especial y tienes mucho que ofrecer", dijo la mariposa. Josué quedó atónito, pero también se sintió reconfortado al escuchar esas palabras. La mariposa continuó hablando: "-Las personas a menudo juzgan por las apariencias, pero eso no debería importarte.
Lo importante es cómo te sientes contigo mismo y cómo tratas a los demás". Animado por las palabras de la mariposa, Josué decidió regresar al concierto y enfrentar su miedo a ser juzgado nuevamente.
Al llegar, notó que el ambiente había cambiado. Las personas parecían haber entendido el mensaje de la mariposa y ahora estaban bailando y cantando con alegría.
Josué se acercó tímidamente al grupo de niños que antes lo había rechazado y para su sorpresa, esta vez lo recibieron con sonrisas amigables. "-¡Hola Josué! ¿Quieres bailar con nosotros?", le preguntaron. Josué aceptó emocionado y pronto todos estaban disfrutando del concierto juntos sin importar sus diferencias físicas o culturales.
El poder de la música unió a todos en una gran celebración llena de diversidad y respeto mutuo.
Desde ese día, Josué aprendió una valiosa lección: no importa cómo se vea una persona por fuera, lo importante es cómo trata a los demás y qué hay en su corazón. Y así fue como Josué demostró que los estereotipos pueden romperse cuando nos damos cuenta de que somos más similares de lo que creemos.
FIN.