El Corazón de Juanito
En un lindo barrio de Buenos Aires, había un niño llamado Juanito que siempre caminaba con una sonrisa y la cabeza llena de sueños. Cada día, al salir del colegio, se encontraban en el parque con su amiga Martita, a quien quería muchísimo. Martita era una niña llena de energía, con trenzas amarillas y una risa contagiosa que iluminaba todo a su alrededor. Pero había un pequeño problema: Martita estaba enamorada de Pepito, otro chico del barrio que jugaba al fútbol como un profesional.
Una tarde, mientras jugaban en el parque, Juanito se armó de valor para confesarle a Martita lo que sentía.
"Martita, tengo algo que decirte..." - comenzó Juanito, algo nervioso.
"¿Qué pasa, Juanito?" - preguntó Martita, mirando con curiosidad.
"Es que... me gustás mucho. Sos la mejor amiga que puedo tener y... me gustaría que fueras más que eso" - dijo, acomodándose los anteojos que se deslizaban por su nariz.
Martita se quedó en silencio por un momento, y luego agregó con una dulzura que rompió el corazón de Juanito:
"Ay, Juanito, sos un gran amigo, pero... me gusta Pepito, y me encanta como juega al fútbol. Él me hace reír tanto".
Juanito sintió que su mundo se caía, pero decidió no rendirse. En vez de alejarse, decidió que, si quería a Martita, debía apoyarla en su amor por Pepito. Sin embargo, durante los días siguientes, Juanito notó algo extraña en la actitud de Martita.
Un día, mientras Martita se sentaba con Pepito para intercambiar fotos de sus ídolos del fútbol, Juanito se acercó con una idea brillante.
"Hola, chicos. ¿Qué les parece si organizamos un pequeño torneo de fútbol aquí en el parque?" - sugirió Juanito encariñado.
"¡Buena idea, Juanito!" - dijo Pepito, emocionado.
"Podemos invitar a todos y jugar juntos. ¡Va a ser genial!" - agregó Martita, saltando de alegría.
Mientras organizaban el torneo, Juanito empezó a notar cómo la felicidad de Martita iba en aumento. El gran día llegó y todos los chicos del barrio estaban participando. Era un torbellino de risas, goles y juegos. Juanito se dio cuenta de que, aunque Martita estaba con Pepito, la alegría que irradiaban los momentos compartidos era un regalo en sí mismo.
Después del partido, Martita se acercó a Juanito mientras él recogía las pelotas.
"Juanito, gracias por organizar todo esto. Me divertí muchísimo. Es verdad que a veces me gusta Pepito, pero también me gusta compartir esto contigo" - dijo Martita con una sonrisa sincera.
"Me alegra que te diviertas, Martita. A veces, la amistad es más importante que cualquier otra cosa. Podemos ser amigos y disfrutar de lo que hacemos juntos" - respondió Juanito, sintiendo que lo importante no era solo el amor, sino la conexión especial que tenían.
Con el tiempo, Juanito se hizo aún más cercano a Martita, encontrando en la amistad una forma de felicidad. Observó cómo Martita aprendía cosas de él, como dibujar astutamente o hacer manualidades. Y viceversa, ella le enseñó a jugar al fútbol de una manera más divertida. Descubrieron que podían estar juntos, disfrutando de cada momento, y que eso era lo más valioso.
Así, Juanito aprendió que aunque a veces los corazones no se alinean como uno espera, la verdadera esencia de la amistad puede superar cualquier cosa, y que cada sentimiento tiene su lugar. Por otro lado, Martita se dio cuenta de que tenía un amigo maravilloso a su lado, que siempre la apoyaría sin importar las circunstancias. El amor y la amistad tienen caminos misteriosos, pero siempre guían hacia la bondad y la alegría. ¡Y así, vivirían muchas aventuras más en su hermoso barrio!
Fin.
FIN.