El corazón de la alegría
Había una vez un hermoso pueblo llamado Alegría, donde sus habitantes eran conocidos por ser siempre felices y llenos de emociones positivas. Sin embargo, un día oscuro llegó a la aldea cuando un monstruo malvado llamado Tristón apareció.
Tristón tenía el poder de robar las emociones de las personas, dejándolas vacías y apáticas. Así que poco a poco, fue robando la alegría, el amor y la esperanza de todos los aldeanos.
El pueblo se sumió en una profunda tristeza y desesperación. Pero entre los habitantes había tres valientes niños: Martina, Lucas y Juanito. Ellos no podían soportar ver a su amada aldea sumida en la oscuridad.
Decidieron enfrentarse al monstruo y devolverles las emociones a todos. Con valentía, los tres amigos se adentraron en el bosque donde vivía Tristón. Caminaron durante horas hasta que finalmente lo encontraron escondido detrás de un árbol gigante. - ¡Tristón! -exclamó Martina-. Devuélvenos nuestras emociones ahora mismo.
El monstruo soltó una risa tenebrosa antes de responder:- Jamás les devolveré nada. Ahora son míos para siempre. Los niños no se dieron por vencidos e idearon un plan ingenioso para derrotar a Tristón.
Sabían que debían encontrar el corazón del monstruo para liberar todas las emociones robadas. Después de mucho buscar, descubrieron que el corazón del monstruo estaba escondido en su cueva secreta bajo una gran piedra.
Con todas sus fuerzas, los niños lograron mover la piedra y encontraron el corazón oscuro de Tristón. - Ahora sabemos cómo derrotarte -dijo Lucas con determinación-. Devolveremos las emociones a nuestro pueblo. Los valientes amigos tocaron el corazón del monstruo con sus manos llenas de amor y compasión.
Poco a poco, el corazón comenzó a brillar y liberó un haz de luz que se extendió por todo el bosque. Al instante, las emociones robadas regresaron a los aldeanos de Alegría.
La alegría, la felicidad y la esperanza volvieron a brillar en cada rincón del pueblo. Los niños habían triunfado sobre Tristón. Años más tarde, cuando Martina, Lucas y Juanito ya eran adultos, Tristón regresó al pueblo. Pero esta vez había aprendido su lección.
Se dio cuenta de que no podía robar las emociones de aquellos que tenían un corazón puro y lleno de amor. Los niños convertidos en adultos enfrentaron nuevamente al monstruo con una sonrisa en sus rostros.
- Hola Tristón -dijo Juanito amablemente-. Sabemos lo que buscas, pero te aseguramos que no encontrarás nada aquí. Tristón miró sorprendido a los tres amigos mientras sentía cómo su poder se debilitaba ante la pureza de sus corazones.
Finalmente tuvo que marcharse sin poder hacerles daño alguno. Después de ese día, Alegría vivió feliz para siempre gracias al coraje y amor incondicional de Martina, Lucas y Juanito.
Aprendieron que nunca debemos permitir que nadie nos robe nuestras emociones y que siempre podemos enfrentar cualquier desafío con valentía y bondad en nuestros corazones.
FIN.