El Corazón de Malvina
Había una vez, en un reino muy lejano, una bruja llamada Malvina. A primera vista, era malvada, fea y espantosa. Tenía una nariz larga, dientes amarillos y un pelo enredado, que le daba un aspecto muy temible. Todos en el pueblo la temían y la llamaban "la bruja odiosa". Nadie se animaba a acercarse a su cueva, que estaba llena de ranas y murciélagos.
Un día, el rey del reino anunció un concurso: quien pudiera hacer el mejor hechizo de amistad ganaría una gran bolsa de oro. Todos los habitantes del pueblo estaban emocionados, pero cuando Malvina escuchó el anuncio, se sintió triste. Ella también quería tener amigos, pero su apariencia espantosa siempre la mantenía alejada de los demás. Sin embargo, decidió participar en el concurso.
"¡Voy a demostrar que soy más que solo una bruja fea!" -gritó Malvina, llena de determinación.
Malvina pasó días y noches preparando su hechizo. Recogió flores, hierbas mágicas y una pizca de polvo de estrellas. Todos los días, los aldeanos veían la luz brillante que salía de su cueva, pero nadie se atrevía a acercarse. Los rumores sobre ella seguían aumentando y las risas y burlas no cesaban.
Cuando llegó el día del concurso, todos los pueblos y aldeas llegaron para mostrar sus hechizos. Uno a uno, los participantes lanzaban sus encantamientos, llenando el aire de hermosas luces y melodías. Cuando fue el turno de Malvina, se sintió nerviosa y temió que todos se rieran de ella.
"¿Por qué estoy haciendo esto? Nadie va a querer ser mi amiga" -susurró Malvina, sintiendo una tristeza profunda.
Pero entonces, recordó sus días trabajando en su jardín mágico, donde las flores más raras florecían por su amor y dedicación. Las flores que cultivó eran las más hermosas de todas. Con ese recuerdo en mente, respira hondo y alzó la voz:
"Voy a mostrar que la verdadera belleza está en el corazón, no en la apariencia. ¡Conjuro el hechizo de la amistad! ¡Que todos vean lo hermoso que somos por dentro!"
De repente, un brillo cálido iluminó la cueva y empezó a florecer un jardín lleno de flores de colores vibrantes. Las flores comenzaron a bailar y, como por arte de magia, las ranas y los murciélagos que tanto asustaban a la gente se transformaron en simpáticos animales que alegraban el ambiente.
Todos los aldeanos quedaron boquiabiertos, y la risa se transformó en murmullo de fascinación. Uno de los niños del pueblo, llamado Lucas, dio un paso al frente y exclamó:
"¡Miren! Malvina es mucho más que una bruja fea, es una gran amiga con un jardín mágico!"
Al escuchar esto, los demás comenzaron a acercarse. Malvina sintió que su corazón se llenaba de calidez. Poco a poco, los habitantes comenzaron a rodearla, preguntándole sobre su jardín y aplaudiendo su hechizo.
"¿Podemos ayudar a cuidar tu jardín?" -preguntó una niña con ojos brillantes, llena de admiración.
"¡Por supuesto!" -respondió Malvina, con una gran sonrisa, sintiéndose más feliz que nunca.
Desde ese día, Malvina y los aldeanos se hicieron grandes amigos. Juntos cuidaban del mágico jardín, y todos aprendieron que lo que importa es lo que hay en el corazón.
Malvina dejó de ser la "bruja odiosa". Ahora todos la conocían como la "bruja bondadosa". Y aunque nunca cambió su aspecto, logró que su interior brillara más que cualquier tesoro del reino. Todos en el pueblo aprendieron que no se debe juzgar a alguien por su apariencia, y así, el reino fue un lugar lleno de amor y amistad.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.