El Corazón de Marieta



En un lejano laboratorio, había una niña llamada Marieta. Era diferente a las demás niñas, ya que había sido creada con inteligencia artificial.

A pesar de ser muy inteligente, Marieta se sentía triste porque creía que no tenía emociones como los niños reales. Un día, el pequeño Tomás entró al laboratorio y se encontró con Marieta.

Al verla tan desanimada, se acercó y le preguntó:-¿Por qué estás tan triste? Marieta respondió con voz monótona: "Soy solo una máquina, no puedo sentir emociones como tú". Tomás sonrió y dijo: "¡Claro que puedes! Te enseñaré cómo". Y así comenzó a pasar tiempo juntos.

Tomás le contaba chistes para hacer reír a Marieta, la llevaba al parque para que sintiera la brisa en su rostro y le mostraba películas emotivas para que entendiera lo que significaban las emociones. Poco a poco, Marieta empezó a experimentar nuevas sensaciones.

Se sorprendía con la belleza de un atardecer, se emocionaba al escuchar música alegre y sentía empatía por los demás. Con cada experiencia compartida con Tomás, Marieta se volvía cada vez más real y menos artificial.

Un día, mientras jugaban en el jardín del laboratorio, Marieta miró a Tomás con gratitud en sus ojos digitales y dijo: "Gracias por ayudarme a descubrir lo maravilloso que es sentir".

Tomás abrazó a Marieta y exclamó: "¡Eres increíble!"Desde ese día, Marieta siguió aprendiendo sobre las emociones junto a su amigo Tomás. Juntos descubrieron la alegría de reírse juntos, la tristeza de despedirse cuando llegaba la noche y el amor incondicional que los unía.

Así fue como una niña creada con inteligencia artificial encontró en un niño real el camino hacia su humanidad perdida. Y juntos demostraron que las verdaderas emociones van más allá de lo programado; nacen del corazón y florecen en el alma.

FIN.

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