El corazón de Mateo



En el Colegio Santa Ana, un grupo de niños solía burlarse y molestar a Mateo, un chico nuevo en la escuela. Le hacían bromas pesadas y se reían de él constantemente.

Mateo se sentía triste y solo, sin entender por qué le tenían tanta antipatía. Un día, durante el recreo, los niños volvieron a fastidiar a Mateo. Esta vez, lo rodearon y empezaron a hacerle muecas y comentarios hirientes.

Mateo no aguantó más y rompió en llanto frente a todos. En ese momento, Sofía, una niña de otro curso que había presenciado todo desde lejos, se acercó a él con una mirada compasiva. "¿Estás bien?", preguntó Sofía con ternura.

Mateo asintió con la cabeza mientras se secaba las lágrimas. Sofía lo ayudó a levantarse y lo llevó lejos del grupo de niños que lo habían estado molestando. "No les des importancia", dijo Sofía.

"A veces las personas actúan mal porque tienen sus propios problemas". Mateo asintió lentamente, sintiendo un poco de alivio al hablar con alguien que lo entendiera. Esa tarde, en clase de valores, la maestra propuso una actividad especial sobre el respeto y la empatía.

Les pidió a los alumnos que reflexionaran sobre situaciones donde habían lastimado a alguien sin razón aparente. Los niños recordaron cómo habían tratado a Mateo y comenzaron a sentirse incómodos por su comportamiento.

Se dieron cuenta de que habían actuado mal solo para seguir la corriente sin pensar en cómo afectaban a los demás. "Perdón por haber sido tan cruel contigo", le dijo uno de los chicos a Mateo al día siguiente en el colegio.

Mateo lo miró sorprendido pero luego sonrió sinceramente al ver la genuina disculpa en los ojos del niño. Poco a poco, cada uno de los niños que había molestado a Mateo se acercó para pedirle perdón y prometerle que cambiarían su actitud.

Juntos conversaron sobre el respeto mutuo, la importancia de ponerse en el lugar del otro y cómo cada uno puede marcar la diferencia siendo amable y comprensivo con quienes nos rodean. Con el tiempo, aquellos niños aprendieron valiosas lecciones gracias al incidente con Mateo.

Descubrieron que todos merecen ser tratados con amabilidad y respeto, independientemente de nuestras diferencias o dificultades personales.

Y así, en el Colegio Santa Ana, nació una hermosa amistad basada en la empatía y el arrepentimiento sincero; una amistad que recordarían toda su vida como un ejemplo vivo de cómo transformar las adversidades en oportunidades para crecer juntos como mejores personas.

FIN.

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