El corazón de Pablo
Había una vez un pequeño pueblo llamado Arcoíris, donde todos los días eran llenos de luz y alegría. En este lugar vivía un niño llamado Pablo, quien era conocido por su gran corazón y su capacidad de hacer sonreír a todos. Pablo tenía un sueño: quería construir un puente que uniera su pueblo con el bosque mágico de la montaña, un lugar donde los amigos de todos los animales vivían felices y libres.
Un día, mientras jugaba en el parque, Pablo se encontró con su amiga Sofía.
"¡Hola, Sofía!" -exclamó Pablo con entusiasmo"¿Te gustaría ayudarme a construir un puente hacia el bosque mágico?" -
"¡Claro que sí, Pablo! Pero no sé cómo hacer un puente." -respondió Sofía un poco insegura.
Pablo sonrió y la miró con determinación.
"No te preocupes. Si unimos nuestras ideas y trabajamos en equipo, ¡podemos lograrlo!" -
Así que empezaron a reunir materiales: palos, cuerdas, piedras y hojas. Junto a ellos se unieron otros niños del pueblo, como Lucas y Ana, y juntos comenzaron a diseñar el puente. A medida que trabajaban, se dieron cuenta de que construirlo no sería tan fácil como pensaban. Algunas veces, el puente se caía, o no se sostenía.
Un día, mientras estaban en medio de la construcción, una fuerte tormenta se desató. Los vientos soplaban con furia y la lluvia caía sin compasión. Todos los niños se refugiaron en la casa de un anciano sabio que vivía cerca del parque. Al estar a salvo, comenzaron a hablar sobre su proyecto.
"Quizás nunca logremos construirlo." -dijo Lucas, mirando al suelo con tristeza.
"No podemos rendirnos. Debemos intentarlo de nuevo cuando pase la tormenta." -respondió Pablo lleno de energía.
"Pero, ¿y si fracasar otra vez?" -preguntó Ana con una mirada preocupada.
El anciano, que había estado escuchando, se acercó a ellos.
"Entiendo sus miedos, pequeños. Pero cada fracaso es una lección. Si intentan de nuevo, aprenderán algo que los llevará más cerca de su sueño. La fe y el amor son las herramientas más poderosas que tienen." -
Inspirados por las palabras del anciano, los niños esperaron pacientemente hasta que la tormenta pasó. Al día siguiente, llenos de corazones alegres, regresaron al lugar donde habían empezado a construir su puente. Con la lección del anciano grabada en sus corazones, decidieron combinar sus ideas y trabajar juntos, apoyándose mutuamente.
Poco a poco, el puente comenzó a tomar forma. Más niños se unieron a ellos, trayendo ideas increíbles y mucho entusiasmo. Y así, día tras día, la construcción avanzaba.
Finalmente, llegó el gran día. Todo el pueblo se reunió para ver cómo quedaría el puente. Cuando Pablo y sus amigos lo terminaron, todos exclamaron llenos de asombro.
"¡Es hermoso!" -gritó Sofía, con una sonrisa radiante. "¡Lo logramos, gracias a la fe y al amor que pusimos en este proyecto!" -
El puente no solo unió el pueblo con el bosque mágico, sino que también unió los corazones de todos sus habitantes. Ahora podían visitar a sus amigos en el bosque, llevarles regalos y compartir risas juntos.
Y así, Pablo, Sofía, Lucas, Ana y todos los niños de Arcoíris aprendieron que trabajar juntos y creer en sus sueños era la verdadera magia que los unía. El amor y la fe que pusieron en su proyecto no solo construyó un puente, sino que también creó una hermosa conexión entre ellos y su comunidad. Desde entonces, cada vez que pasaban por el puente, recordaban que, unidos, podían lograr cualquier cosa que se propusieran. Y así, en el pequeño pueblo de Arcoíris, vivieron felices y con corazones llenos de amor.
Fin.
FIN.