El Corazón de Quiero
Había una vez, en un bosque mágico, un ogro llamado Quiero. Quiero no era un ogro común; tenía un gran corazón, pero había decidido usarlo para hacer travesuras y asustar a todos los habitantes del bosque. Los animales estaban siempre en alerta, y nadie se atrevía a cruzar su camino.
Un día, una niña llamada Sofía y su amigo, Mateo, decidieron aventurarse en el bosque. Sofía, con su risa contagiosa, y Mateo, con su valentía, creían que podrían hacer del bosque un lugar mejor. Íbanse a la búsqueda de la leyenda del Oso Sabio, que, decían, tenía poderes para ayudar a resolver conflictos.
Mientras caminaban, se encontraron con un lobo llamado Lúcio.
"¿Adónde van, humanos?", preguntó Lúcio, mostrando un diente afilado.
"Vamos en busca del Oso Sabio. Necesitamos su ayuda para detener al ogro Quiero", respondió Sofía.
Lúcio, sorprendido, decidió unir fuerzas con ellos.
"¡Yo conozco a Quiero! He escuchado que en el fondo de su corazón, a veces se siente solo y triste. Puede que no todo esté perdido", explicó.
Continuando su camino, se encontraron con un conejo llamado Rayo, que salía por un túnel.
"¡Hola! ¿Por qué esa cara de preocupación?", preguntó Rayo.
"Queremos ayudar a Quiero a ser mejor y dejar de asustar a todos", dijo Mateo.
Rayo hizo un gesto de comprensión.
"¡Yo sé dónde vive! Puedo guiarlos, pero debemos tener cuidado. Nunca se sabe cuándo puede lanzarse sobre nosotros con una de sus bromas".
Finalmente, llegaron a la cueva de Quiero. Los dos niños, junto con Lúcio y Rayo, decidieron entrar, pero vieron que la cueva estaba oscura y llena de sombras. En el centro, vieron a Quiero, sentado con una expresión de enojo en su rostro.
"¡Váyanse o les lanzarè un hechizo!" gritó el ogro, pero cuando vio sus ojos llenos de determinación, se detuvo.
"¿Qué quieren de mí? ¿Vienen a reirse de mí como lo hacen los demás?"
Mateo, muy valiente, respondió.
"No! Venimos a entenderte. Queremos que sepas que no estás solo. Todos tenemos momentos difíciles, pero eso no significa que debamos hacer daño a otros".
El ogro frunció el ceño.
"¿Y qué saben ustedes de mi soledad?", replicó, con un tono de tristeza.
Sofía, viendo la oportunidad, se acercó.
"Podemos ser amigos, si quieres. No tienes que seguir asustando a todos. La verdadera magia está en la amistad, Quiero".
De pronto, apareció un destello de luz, y una hada llamada Estela apareció ante ellos.
"Estoy aquí para ayudar. Quiero, he visto tu sufrimiento y tu deseo de ser querido.
Quiero miró a la hada y luego a los niños, comenzando a comprender que quizás no todo estaba perdido.
"Pero no sé cómo ser amable. Solo sé hacer bromas y asustar".
Estela sonrió.
"La amabilidad se aprende, y yo puedo enseñarte. Si dejas a un lado tus travesuras y me muestras tu verdadero yo, descubrirás cómo hacer reír a otros sin hacerles daño".
Quiero, dudoso pero intrigado, aceptó la oferta.
"Está bien, quiero aprender. Pero, ¿serán mis amigos después de esto?"
"¡Sí! Seremos tu familia!", dijo Mateo.
Y así, comenzaron a trabajar juntos. Estela enseñó a Quiero a hacer magia amable, a ayudar, a compartir y a hacer reír. Con el tiempo, el ogro dejó atrás sus travesuras maliciosas. Se convirtió en un protector del bosque, ayudando a los animales y haciéndoles sonreír.
Un día, el pueblo decidió celebrar un gran festival en honor a su nueva amistad. Todos estaban allí: Sofía, Mateo, Lúcio, Rayo y claro, Quiero, el ogro que se había transformado en un héroe. Ya no era un ser temido, sino uno querido por todos.
"¡Gracias por creer en mí!", exclamó Quiero mientras se unía a la fiesta, sobre su cabeza brillaban las estrellas.
Y así, todos aprendieron que, a veces, lo que parece malvado, puede esconder un corazón triste que solo necesita un poco de amor y amistad para florecer en algo magnífico.
Desde ese día, el bosque fue un lugar de alegría y risas, donde todos aprendieron que la verdadera felicidad se encuentra en ayudar a los demás, y donde un ogro, una niña, un niño, un lobo, un conejo, y una hada, demostraron que la amistad puede cambiarlo todo.
FIN.