El corazón de Valentín y las emociones plenas


Había una vez un pequeño corazón llamado Valentín, que vivía en el cuerpo de un niño llamado Manuel. Valentín era un corazón muy especial, pero tenía un problema: se enojaba cada vez que Manuel sentía emociones felices.

Un día, Manuel fue invitado a una fiesta de cumpleaños. Estaba muy emocionado y su corazón comenzó a latir con fuerza. Pero en lugar de sentir alegría, Valentín se puso furioso y empezó a gritar dentro del pecho de Manuel.

- ¡No quiero sentir alegría! ¡Esto no es justo! - exclamó Valentín enfadado. Manuel no entendía por qué su propio corazón se ponía tan triste cuando él estaba feliz.

Trató de ignorarlo y disfrutar la fiesta, pero su corazón seguía molesto. Durante la fiesta, Manuel conoció a una niña llamada Sofía. Ella también tenía problemas con sus emociones y juntos decidieron descubrir cómo solucionarlos. Sofía le propuso a Manuel visitar al sabio anciano del pueblo para pedirle ayuda.

El anciano les dijo que el secreto para controlar las emociones estaba en aprender a aceptarlas y comprenderlas. - Las emociones son como colores en tu interior - explicó el anciano -.

No puedes evitar sentirlas, pero sí puedes aprender a manejarlas correctamente. Manuel y Sofía estaban ansiosos por aprender más sobre las emociones y siguieron los consejos del anciano al pie de la letra.

Comenzaron a identificar sus diferentes estados de ánimo y entender por qué surgían. Poco a poco, Valentín fue comprendiendo que las emociones felices no eran una amenaza para él. Aprendió a convivir con ellas y descubrió que también podía sentir alegría.

Un día, Manuel estaba jugando en el parque cuando de repente sintió un gran júbilo al ganar una carrera con sus amigos. En lugar de enfadarse, Valentín se llenó de felicidad y empezó a latir con fuerza. - ¡Ganamos! ¡Esto es increíble! - exclamó Manuel emocionado.

Valentín sonrió dentro del pecho de Manuel y comprendió que las emociones felices no le quitaban nada, sino que lo hacían aún más especial. Desde ese día, Valentín se convirtió en el corazón más feliz del mundo.

Aprendió a disfrutar de todas las emociones, tanto las buenas como las malas, porque sabía que cada una tenía su propósito en la vida de Manuel. Y así, Valentín y Manuel vivieron muchas aventuras juntos, siempre compartiendo risas y lágrimas sin importar qué emoción surgiera.

Porque entendieron que todas eran parte importante de ser humano y aprender a vivir plenamente.

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