El corazón de Villa Feliz


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Feliz, donde todos los niños iban a la escuela con mucha alegría y entusiasmo. Sin embargo, algo preocupante estaba sucediendo: algunos niños no comían en la escuela.

En la escuela de Villa Feliz, todos los días se servía un delicioso almuerzo preparado por la cocinera Doña Rosa. Pero había un grupo de niños que se negaba a comer.

La maestra, la Señorita Ana, notó esto y decidió investigar qué estaba pasando. Un día, durante el recreo, la Señorita Ana se acercó a los niños que no comían y les preguntó amablemente:- ¿Por qué no quieren comer en la escuela? El almuerzo de Doña Rosa es muy rico.

Los niños bajaron la mirada avergonzados. Finalmente, uno de ellos llamado Martín habló:- Es que en mi casa estamos pasando por momentos difíciles y mis papás me dijeron que trate de ahorrar comida para compartir en casa.

La Señorita Ana sintió mucha tristeza al escuchar esto. Luego de hablar con los otros niños que tampoco comían, descubrió que cada uno tenía una razón similar: problemas económicos en sus hogares.

Decidida a ayudar a sus alumnos, la Señorita Ana tuvo una brillante idea. Convocó a una reunión con los padres de familia y les explicó lo que estaba sucediendo. Todos juntos buscaron soluciones para apoyar a esos niños que necesitaban ayuda.

Pronto, toda la comunidad se unió para colaborar. Algunos padres donaron alimentos extra, otros ofrecieron ayuda económica y algunos incluso propusieron organizar rifas y ventas benéficas para recaudar fondos.

Gracias al esfuerzo conjunto de todos, se logró crear un fondo solidario para garantizar que ningún niño en Villa Feliz pasara hambre. Los pequeños volvieron a disfrutar del almuerzo escolar sin preocupaciones y con sonrisas en sus rostros.

Con el tiempo, aquellos niños aprendieron una valiosa lección: cuando las cosas se ponen difíciles, siempre hay personas dispuestas a ayudar si nos animamos a pedirlo. Y así, en Villa Feliz reinaba nuevamente la alegría y la solidaridad entre vecinos.

Y colorín colorado este cuento solidario ha terminado ¡Qué bonito es ver cómo juntos podemos hacer grandes cosas!

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