El Corazón del Árbol de la Amistad
En un pequeño pueblo rodeado de campos de flores y arroyos cristalinos, había un árbol gigante que todos llamaban el Árbol de la Amistad. Era un mango frondoso, con ramas que se extendían como brazos abiertos, y su sombra era el refugio favorito de todos los niños. Ellos creían que, si alguien le decía algo bonito al árbol, este les respondía con frutas jugosas y dulces.
Una mañana, dos amigas, Lila y Sofi, decidieron ir a jugar al Árbol de la Amistad. Lila era muy alegre, siempre tenía una sonrisa en su rostro, y Sofi era más seria, pero tenía un gran corazón.
"¡Hola, Árbol de la Amistad!" -exclamó Lila mientras se recostaba contra el tronco.
"¡Espero que hoy nos regales tus mejores mangos!" -agregó entusiasmada.
Sofi se unió a su amiga, pero tenía algo en el corazón que la preocupaba.
"No sé, Lila. ¿Y si el árbol no nos responde hoy? A veces me siento un poco triste, como si no tuviera suficiente paz en mi vida." -confesó.
"¡Eso no puede ser!" -dijo Lila. "El árbol siempre está aquí para alegrarnos. Solo hay que creer que la amistad y el amor hacen todo más hermoso".
De repente, el viento empezó a soplar con fuerza, haciendo que las ramas se movieran, como si el árbol escuchara la conversación de las niñas. Sofi miró con asombro mientras caía un mango maduro justo delante de ellas.
"¡Mirá!" -gritó Lila, corriendo hacia la fruta brillante. "¡Te dije que el árbol nos quiere!"
Ambas chicas se sentaron a compartir el mango, disfrutando su dulzura y jugando a hacer promesas de amistad eterna. Sin embargo, a medida que pasaba el día, Lila comenzó a notar que Sofi seguía un poco seria.
"¿Qué te pasa, amiga?" -preguntó Lila, preocupada.
"No sé si esta amistad es suficiente para resolver mis problemas. A veces siento que tengo que ser como tú, siempre feliz y llena de energía. Pero no puedo, y eso me angustia." -respondió Sofi.
"No tienes que cambiar, Sofi. Cada uno tiene su forma de ser y está bien. La amistad es también saber escuchar y acompañar al otro, incluso cuando no se trata de ser siempre feliz" -dijo Lila con dulzura.
Sofi sonrió, sintiéndose un poco mejor, pero el viento volvió a soplar con fuerza, y, misteriosamente, el árbol empezó a sacudirse.
"¡Mirá! El árbol está hablando de nuevo!" -exclamó Lila.
Ambas miraron hacia arriba y se dieron cuenta que, de entre las ramas, caía una nota. Cautelosas, se acercaron a recogerla. Esta decía: "El amor y la paz viven en cada uno de ustedes. La verdadera amistad florece en la aceptación".
Lila y Sofi, sorprendidas, se miraron. "¿Creés que el árbol escribió esto?" -preguntó Sofi, todavía un poco incrédula.
"¡Seguro que sí! Por eso es el Árbol de la Amistad, ¡porque habla de verdad!" -respondió Lila.
Sofí sintió que un nuevo soplo de esperanza llenaba su corazón. "Tenés razón, Lila. Voy a aceptarme tal como soy, y nuestra amistad se volverá más fuerte. Gracias por estar siempre a mi lado" -dijo, abrazando a su amiga.
"¡Esa es la actitud!" -respondió Lila, devolviendo el abrazo con cariño. "A partir de hoy, vamos a hacer un pacto: prometemos ser siempre sinceras sobre nuestros sentimientos, compartiendo las risas y también los momentos tristes".
Las dos prometieron que, sin importar lo que pase, se apoyarían la una a la otra. Mientras el sol comenzaba a ocultarse, el árbol parecía brillar más que nunca, lleno de frutos y hojas verdes que representaban el amor y la paz que había crecido entre ellas.
Desde ese día, Lila y Sofí aprendieron no solo a compartir los dulces mangos del Árbol de la Amistad, sino también el valor de la aceptación y la empatía. Cada vez que sentían una dificultad, se sentaban bajo su sombra y hablaban, dejando que el árbol absorbiera sus preocupaciones y les devolviera claridad y tranquilidad. Así, el corazón del Árbol de la Amistad se llenaba de alegría, como el de sus amigas, que, a través de la aceptación, la paz y el amor, se volvieron inseparables.
Y así, cada año, el pueblo celebraba el Día del Árbol de la Amistad, recordando a las nuevas generaciones la importancia de cuidar los lazos que forjan, porque como el árbol, una amistad sana puede resistir cualquier tormenta y florecer en los momentos más inesperados.
FIN.