El corazón del arte


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Colorearte, un niño llamado Mateo que estaba a punto de vivir su primer día en el colegio.

Estaba muy emocionado por comenzar esta nueva etapa en su vida, pero también un poco nervioso. Al llegar al colegio, se sorprendió al ver que las paredes estaban llenas de hermosos dibujos de colores brillantes. Había animales, plantas, paisajes y personajes fantásticos por todas partes.

Mateo se acercó a uno de los murales y quedó fascinado por la creatividad y el talento que veía reflejados en cada trazo. "¡Vaya! ¡Esto es increíble!" -exclamó Mateo maravillado. En ese momento, se le acercó una niña con una sonrisa cálida en el rostro.

Era Lola, la mejor dibujante de todo el colegio. "Hola, soy Lola. ¿Te gustan los dibujos?" -preguntó amablemente. "Sí, me encantan. Son asombrosos" -respondió Mateo emocionado.

Lola invitó a Mateo a recorrer juntos el colegio para mostrarle todos los rincones decorados con sus creaciones y las de sus compañeros. En cada pasillo, en cada aula, en cada patio, había arte por doquier.

Mateo se sentía como si estuviera dentro de un cuento mágico lleno de colores y formas extraordinarias. De repente, mientras caminaban por el patio del recreo, escucharon unos murmullos provenientes del rincón más alejado.

Se acercaron sigilosamente y descubrieron a un grupo de niños burlándose de Lucas, un niño tímido que intentaba dibujar algo en su cuaderno. "¿Qué están haciendo? Eso no está bien" -dijo Lola con determinación. Ella se acercó al grupo y les explicó lo importante que era respetar el arte y la creatividad de cada persona.

Los niños se sintieron avergonzados y pidieron disculpas a Lucas. Desde ese día, todos ellos se convirtieron en amigos y compartieron juntos su amor por los dibujos.

Mateo aprendió una gran lección aquella mañana: que el arte puede unir corazones y transformar vidas. A partir de entonces, él también comenzó a explorar su talento para dibujar y descubrió un mundo nuevo lleno de posibilidades infinitas.

Y así fue como Mateo vivió su primer día en el cole con muchos dibujos: rodeado de color, imaginación y amistad.

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