El Corazón del Avasto


Había una vez un niño llamado Messi que vivía en la ciudad de Rosario, Argentina. Messi era apasionado por el fútbol y soñaba con convertirse en el mejor jugador del mundo.

Un día, Messi decidió visitar el famoso centro comercial "El Avasto" junto a su fiel amigo Varvi, un perro callejero que había adoptado. Ambos se adentraron en el enorme edificio lleno de tiendas y personas emocionadas por hacer compras.

Mientras caminaban por los pasillos, Messi notó algo extraño: todos estaban tristes y preocupados. Se acercó a una señora que lloraba y le preguntó qué estaba pasando.

"Messi, estoy tan triste porque he perdido mi billetera con todo mi dinero", respondió la señora con lágrimas en los ojos. Messi se entristeció al ver a aquella mujer desesperada. Decidió ayudarla y comenzó a buscar la billetera por todo el lugar. Varvi también se sumó a la búsqueda olfateando cada rincón del centro comercial.

Después de un rato, Varvi encontró la billetera debajo de una mesa de café en una cafetería cercana. Messi corrió hacia la señora y le devolvió su preciado objeto.

La alegría invadió el rostro de la mujer mientras abrazaba a Messi y le daba las gracias. A partir de ese momento, las personas comenzaron a sonreír nuevamente al ver este acto tan generoso.

Emocionado por haber hecho feliz a alguien más, Messi decidió seguir ayudando a quienes lo necesitaran dentro del centro comercial. Se acercó a un niño que estaba triste y le preguntó qué le pasaba. "Messi, mi pelota favorita se ha perdido y no puedo encontrarla", respondió el niño con la voz quebrada.

Sin dudarlo, Messi y Varvi comenzaron a buscar la pelota por todas partes. Recorrieron cada rincón del centro comercial hasta que finalmente encontraron la pelota en una tienda de juguetes. El niño saltó de alegría al ver su preciado objeto recuperado.

Agradecido, abrazó a Messi y prometió cuidar mejor sus cosas para evitar perderlas nuevamente. La noticia sobre las buenas acciones de Messi se extendió rápidamente por todo el centro comercial.

Las personas empezaron a acercarse a él en busca de ayuda y orientación. Un hombre mayor se le acercó y le contó que había perdido su camino hacia la salida del avasto.

Messi tomó su mano amablemente y lo guió hasta la puerta principal, asegurándose de que estuviera seguro antes de continuar con sus aventuras.

A medida que avanzaba el día, Messi y Varvi ayudaron a muchas personas: devolvieron carteras perdidas, encontraron llaves extraviadas e incluso ayudaron a una madre angustiada a reunirse con su hijo desaparecido dentro del centro comercial. Al final del día, mientras Messi caminaba hacia casa junto a Varvi, sintió una gran satisfacción en su corazón. Había aprendido una valiosa lección sobre ser amable y generoso con los demás sin esperar nada a cambio.

Desde ese día en adelante, Messi continuó ayudando siempre que podía. Y aunque nunca se convirtió en el mejor jugador del mundo, siempre será recordado como un verdadero campeón por su bondad y generosidad.

Y así, Messi y Varvi se convirtieron en leyendas dentro de "El Avasto", inspirando a todos a ser amables y solidarios con los demás.

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