El corazón del ogro
Había una vez, en un lejano reino, dos princesas llamadas Lucía y Claudia. Vivían en una hermosa torre junto a su padre, el rey. Sin embargo, la vida no era tan perfecta como parecía.
Un día, mientras las princesas exploraban los alrededores del castillo, se encontraron con un ogro llamado Tobías. Aunque al principio estaban asustadas, pronto descubrieron que Tobías no era malo como todos decían. "Hola princesitas", dijo Tobías con una sonrisa amigable.
"Soy un ogro muy especial. Me encanta cocinar y ayudar a los demás". Lucía y Claudia se miraron sorprendidas. Nunca habían conocido a un ogro amable antes. "¿En serio eres bueno?", preguntó Lucía cautelosa. Tobías asintió con energía.
"¡Claro que sí! ¿Quieren ver mi jardín secreto? Tengo flores de todos los colores y tamaños". Las princesas aceptaron emocionadas la invitación de Tobías y se adentraron en el jardín mágico del ogro.
Allí vieron mariposas volando entre las flores y pájaros cantando hermosas melodías. "Es increíble", exclamó Claudia fascinada. "Nunca imaginé que un ogro pudiera tener algo tan bonito". Tobías les explicó que había aprendido a cultivar flores gracias a su amigo Ulises, un sabio anciano del bosque cercano.
Intrigadas por esta historia, las princesas decidieron buscar al viejo sabio para aprender más sobre el poder de la amistad y la bondad. Tras una larga caminata, llegaron al hogar de Ulises.
El anciano les dio la bienvenida con una sonrisa y les contó cómo había ayudado a Tobías a cambiar su vida. "La gente juzga a los ogros por su apariencia, pero todos tenemos un corazón que puede ser bueno", dijo Ulises sabiamente.
"Y tú, querida princesa Lucía, tienes el poder de cambiar las cosas". Lucía se sorprendió ante estas palabras. Nunca antes había pensado en su propio poder para hacer el bien. Juntas, las princesas decidieron organizar un festival en honor a Tobías.
Invitaron a todos los habitantes del reino y les mostraron lo amable y generoso que era el ogro. El festival fue todo un éxito. La gente pudo ver más allá de la apariencia de Tobías y realmente apreciarlo como persona.
Desde ese día, Lucía y Claudia se convirtieron en defensoras de los derechos de todos los seres, sin importar cómo lucieran o qué fueran. Demostraron que el amor y la bondad pueden superar cualquier barrera.
Y así, gracias a la valentía y determinación de dos pequeñas princesas, se sembró una semilla de cambio en aquel reino lejano. Las personas aprendieron a mirar más allá de las apariencias y valorar el verdadero corazón de cada individuo.
Desde entonces, Lucía, Claudia, Tobías y Ulises vivieron felices para siempre mientras compartían sus conocimientos sobre amistad y bondad con todos aquellos dispuestos a escuchar. Y así es como demostraron que incluso los cuentos más sencillos pueden tener un mensaje profundo y educativo.
FIN.