El corazón dorado de la abuela Rosa


Había una vez una mansión abandonada en lo más profundo del bosque. La gente decía que estaba encantada y que un fantasma vivía allí. Pero no era cualquier fantasma, era la tenebrosa abuela fantasma.

La tenebrosa abuela fantasma solía pasearse por los pasillos de la mansión con su vestido negro y su cabello blanco como la nieve. Su rostro siempre tenía una expresión de tristeza y melancolía.

Los niños del pueblo le temían y evitaban acercarse a esa parte del bosque. Un día, un niño llamado Mateo decidió enfrentar sus miedos y descubrir qué había realmente en la mansión abandonada. Se adentró en el bosque decidido a encontrar respuestas.

Cuando llegó a la mansión, se encontró con puertas chirriantes y ventanas rotas. El lugar parecía desolado, pero Mateo no se dio por vencido. Decidió entrar. Una vez dentro, Mateo escuchó un ruido proveniente de una habitación al final del pasillo.

Con valentía, se acercó lentamente hasta llegar a la puerta entreabierta. Al abrir la puerta por completo, Mateo quedó sorprendido al ver a la tenebrosa abuela fantasma sentada en una mecedora junto a una vieja caja de música.

Sus ojos estaban llenos de lágrimas mientras observaba las fotografías antiguas que tenía sobre sus rodillas. - ¿Quién eres? - preguntó Mateo tímidamente. La abuela fantasma levantó su mirada hacia él y respondió con voz suave y triste: "Soy la abuela Rosa.

Esta mansión solía ser mi hogar cuando era una niña". Mateo se acercó con cautela y se sentó junto a ella.

La abuela Rosa le contó que había vivido allí con su familia, pero un incendio había destruido la mansión hace muchos años. - Desde entonces, me quedé atrapada aquí como fantasma - dijo la abuela Rosa con lágrimas en los ojos -. He pasado todos estos años sintiéndome sola y triste.

Mateo sintió empatía por la abuela Rosa y decidió ayudarla. Le preguntó si había algo que pudiera hacer para ayudarla a encontrar paz. La abuela Rosa le mostró una fotografía de su esposo, quien también había fallecido en el incendio.

Le explicó que lo extrañaba mucho y deseaba reunirse con él en el más allá. - ¿Qué puedo hacer? - preguntó Mateo.

La abuela Rosa le entregó la vieja caja de música y le pidió que encontrara el corazón dorado que estaba dentro de ella. Según ella, ese corazón contenía todo su amor por su esposo. Mateo tomó la caja de música y comenzó a buscar desesperadamente el corazón dorado por toda la mansión abandonada.

Después de mucho tiempo, finalmente lo encontró escondido debajo del polvoriento sofá del salón principal. Corrió hacia donde estaba la abuela Rosa y le entregó el corazón dorado con una sonrisa en el rostro.

La tenebrosa expresión de tristeza desapareció instantáneamente del rostro de la abuela Rosa, quien comenzó a brillar con una luz suave y cálida. - ¡Gracias, Mateo! - exclamó la abuela Rosa mientras se desvanecía lentamente -. Ahora puedo reunirme con mi esposo en paz.

Mateo observó cómo la abuela Rosa se desvanecía por completo y sintió una extraña sensación de alegría en su corazón. Había ayudado a alguien que necesitaba encontrar paz y eso lo hacía sentirse bien consigo mismo. Desde ese día, la mansión abandonada dejó de ser tenebrosa.

Los niños del pueblo empezaron a visitarla y descubrieron que allí habitaba una historia llena de amor y tristeza. La tenebrosa abuela fantasma se convirtió en un símbolo de valentía y empatía para todos los niños del lugar.

Y así termina nuestra historia, recordándonos que no siempre lo que parece tenebroso es realmente malo. A veces, detrás de esa apariencia se esconden historias llenas de amor y esperanza.

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