El corazón gigante de Yaretzi


Había una vez en un pequeño pueblo, una niña llamada Yaretzi. Tenía el cabello negro como la noche y era tan alta que todos la miraban con admiración.

A pesar de su estatura, Yaretzi era amable y siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás. Un día soleado, mientras paseaba por el parque, Yaretzi vio algo sorprendente: ¡una niña volando en el cielo! Se llamaba Karina, y le encantaba volar con sus hermosas alas coloridas.

Yaretzi quedó maravillada por la habilidad de Karina y se acercó a ella con curiosidad. "¡Hola! Soy Yaretzi. ¿Cómo haces para volar así?" -preguntó emocionada.

Karina sonrió y le explicó que tenía unas alas mágicas que le permitían surcar los cielos. Fascinada por la idea de volar, Yaretzi no pudo contener su emoción y le pidió a Karina que la llevara a dar un paseo por las nubes.

"¡Por supuesto, sería genial tener una amiga para volar juntas!" -respondió Karina con alegría. Y así fue como comenzó una hermosa amistad entre Yaretzi y Karina. Juntas exploraban los rincones más altos del cielo, sintiendo el viento en sus rostros y disfrutando de vistas increíbles.

Yaretzi descubrió lo emocionante que era ver el mundo desde arriba y se sentía libre como nunca antes. Sin embargo, un día, mientras volaban cerca de unas montañas escarpadas, un fuerte viento separó a las dos amigas.

Yaretzi intentó buscar a Karina desesperadamente, pero no podía encontrarla en ninguna parte. Estaba preocupada y triste por haber perdido a su nueva amiga.

Decidida a encontrar a Karina, Yaretzi recordó las palabras de aliento que le había dado su amiga durante uno de sus vuelos juntas: "Siempre hay una luz brillante incluso en los momentos más oscuros". Con renovada esperanza, siguió buscando incansablemente.

Después de mucho esfuerzo y determinación, finalmente divisó las coloridas alas de Karina atrapadas entre las ramas de un árbol alto. Sin dudarlo un segundo, Yaretzi corrió hacia ella y juntas lograron liberar las alas de su prisión vegetal. "¡Gracias por encontrarme! Pensé que estaría atrapada para siempre", dijo Karina emocionada.

"Nunca dejaré que nada te detenga", respondió Yaretzi con una sonrisa cálida. Desde ese día, la amistad entre Yaretzi y Karina se fortaleció aún más. Juntas aprendieron sobre la importancia del compañerismo, la valentía y la perseverancia.

Cada vez que surcaban los cielos juntas recordaban aquel momento en el que superaron juntas un desafío difícil. Y así seguían volando sin límites ni fronteras en busca de nuevas aventuras llenas de magia e inspiración.

Porque cuando dos corazones valientes se unen, no hay reto imposible de superar.

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