El corazón mágico



Había una vez un reino muy lejano donde vivía un príncipe llamado Mateo. A pesar de tener todo lo que deseaba, el príncipe estaba muy triste y no lograba sonreír.

Los reyes, preocupados por su hijo, intentaron de todo para hacerlo feliz, pero nada parecía funcionar. Cuando llegó la Navidad, los reyes decidieron hacer algo especial para alegrar a Mateo.

Convocaron a todos los niños del pueblo y les propusieron un desafío: aquel niño o niña que lograra hacer sonreír al príncipe recibiría una gran recompensa. Los niños estaban emocionados con la idea de ayudar al príncipe y se pusieron manos a la obra.

Trajeron juegos, juguetes y dulces para intentar animarlo, pero ninguno logró sacarle una sonrisa a Mateo. Entre los niños del pueblo había uno llamado Lucas, un niño pobre pero muy ingenioso. Aunque no tenía mucho dinero para comprar regalos como los demás niños, decidió llevar algo especial: un regalo invisible.

Lucas se acercó al príncipe con timidez y le dijo:- Príncipe Mateo, sé que estás triste y que nada te ha hecho sonreír hasta ahora. Pero tengo algo único para ti: un regalo invisible.

El príncipe levantó la mirada hacia Lucas con curiosidad e incredulidad:- ¿Un regalo invisible? ¿Cómo puede ser eso? Lucas sonrió y explicó:- Este regalo es tan especial porque solo se puede ver con el corazón.

Es algo que te hará sentir feliz y lleno de alegría, aunque no puedas verlo físicamente. El príncipe, intrigado por la propuesta de Lucas, aceptó recibir su regalo invisible. Cerró los ojos y abrió su corazón para descubrir qué había en él.

Poco a poco, una cálida sensación comenzó a invadirlo y una sonrisa tímida se dibujó en su rostro. - ¡Es increíble! - exclamó el príncipe Mateo -. Este regalo invisible me ha hecho sentir algo especial en mi interior. Gracias, Lucas.

Los reyes quedaron maravillados al ver la sonrisa en el rostro de su hijo y felicitaron a Lucas por su ingenio.

Decidieron cumplir con la promesa de la recompensa y le dieron al niño pobre un gran tesoro: libros para que pudiera seguir aprendiendo y desarrollando sus habilidades. A partir de ese día, el príncipe Mateo se volvió más feliz gracias al regalo invisible de Lucas.

Aprendió que la verdadera felicidad no siempre se encuentra en cosas materiales, sino en los sentimientos y las experiencias compartidas con las personas que nos rodean.

Y así fue como aquel pequeño gesto del niño pobre inspiró a todos en el reino a valorar lo intangible, enseñándoles que los mejores regalos son aquellos que vienen del corazón. Desde entonces, cada Navidad recordaban esa lección mientras compartían momentos especiales juntos. Fin.

FIN.

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