El corazón mágico de Bruno y Lola
Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas, un gigante llamado Bruno. A pesar de su tamaño imponente y su aspecto temible, Bruno era en realidad muy amable y gentil.
Vivía en lo alto de la montaña más alta, donde cuidaba con cariño de todas las criaturas que habitaban el bosque. Un día, mientras paseaba por el bosque, Bruno escuchó un llanto desgarrador. Siguiendo el sonido, encontró a una niña perdida entre los árboles.
La niña se llamaba Lola, tenía rizos dorados y ojos brillantes como estrellas. Estaba asustada y sola. "¿Qué te pasa, pequeña?" -preguntó Bruno con voz profunda pero amable.
Lola levantó la mirada y al ver al gigante dio un respingo de miedo. Sin embargo, la calidez en sus ojos la tranquilizó. "Me he perdido en el bosque y no sé cómo volver a casa", sollozó Lola.
Bruno sonrió con dulzura y extendió su enorme mano hacia ella. "No temas, yo te ayudaré a encontrar tu camino de regreso", dijo el gigante con bondad. Juntos emprendieron el camino de regreso al pueblo.
Mientras caminaban, Bruno le contaba a Lola sobre todas las maravillas del bosque: los pájaros cantando en las mañanas, los arroyos cristalinos donde jugaban las hadas y los árboles centenarios que guardaban historias ancestrales. Poco a poco, Lola dejó de tener miedo y comenzó a disfrutar del viaje junto al gigante.
Descubrió que detrás de su apariencia imponente se escondía un corazón generoso y amoroso. Finalmente llegaron al pueblo, donde la familia de Lola los esperaba angustiada.
Al verla sana y salva junto al gigante, todos estallaron en alegría y gratitud. "¡Gracias por traerla de vuelta!" -exclamaron los padres de Lola abrazando emocionados al gigante. Lola se despidió con tristeza de su amigo Bruno, prometiéndole volver a visitarlo pronto.
El gigante le regaló una pequeña flor del bosque como recuerdo de su aventura juntos. Desde ese día, cada vez que podía escaparse del pueblo, Lola subía la montaña para visitar a su amigo Bruno.
Juntos compartían risas, cuentos e infinitas aventuras bajo el cielo azul del bosque encantado. Y así fue como una amistad inesperada entre un gigante bondadoso y una niña valiente demostró que las apariencias pueden engañar y que la verdadera magia reside en el corazón.
FIN.