El corazón noble del monstruo


Había una vez un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, donde vivían niños y niñas muy valientes. Sin embargo, en lo más profundo del bosque que rodeaba al pueblo, habitaba un monstruo aterrador.

Este monstruo era alto y oscuro como la noche, con unos ojos blancos que brillaban en la oscuridad. Sus manos estaban cubiertas de garras afiladas y su rostro daba miedo a cualquiera que lo viera.

Pero detrás de esa apariencia espantosa, el monstruo tenía un corazón lleno de bondad y nobleza. Un día soleado, mientras los niños jugaban en el parque del pueblo, se escuchó un ruido extraño proveniente del bosque. Todos se asustaron y corrieron hacia sus casas para resguardarse.

Pero hubo una niña llamada Sofía que decidió enfrentar su miedo y descubrir qué estaba pasando. Sofía caminó lentamente hacia el bosque sin imaginar los peligros que le esperaban.

Al adentrarse entre los árboles altos y frondosos, sintió cómo el viento susurraba su nombre. De repente, apareció frente a ella el monstruo tenebroso. - ¡No tengas miedo! -le dijo el monstruo con voz temblorosa-. Soy solo un ser solitario buscando amistad.

Sofía se sorprendió al escuchar esas palabras provenientes de aquel ser tan espantoso. Decidió darle una oportunidad al monstruo e intentar comprenderlo mejor. - ¿Por qué pareces tan aterrador? -preguntó Sofía con valentía pero con un poco de temor.

- Es mi aspecto, pero en realidad soy inofensivo -respondió el monstruo-. Me llamo Mateo y he vivido aquí por mucho tiempo, siempre evitando asustar a los habitantes del pueblo. Sofía se acercó más al monstruo y pudo ver en sus ojos blancos una tristeza profunda.

Decidió ayudarlo a cambiar su imagen para que pudiera ser aceptado por todos en Villa Esperanza. Juntos, Sofía y Mateo comenzaron a buscar soluciones para transformar la apariencia del monstruo.

Encontraron unos colores brillantes en el río cercano y decidieron pintarle el cuerpo al monstruo. Ahora, Mateo era alto pero colorido, con tonos vibrantes que reflejaban su alegría interior.

Cuando regresaron al pueblo, los niños se sorprendieron al ver al monstruo convertido en una criatura llena de vida y color. Dejaron atrás sus miedos y prejuicios para darle la bienvenida a su nuevo amigo. A partir de ese día, Mateo vivió felizmente en Villa Esperanza.

Ayudaba a los vecinos con tareas difíciles y cuidaba del bosque que lo había visto crecer. Los niños aprendieron que no debían juzgar a alguien por su apariencia exterior, sino mirar más allá para descubrir la belleza interior.

La historia de Sofía y Mateo se convirtió en un ejemplo de valentía, amistad y comprensión para todos los habitantes del pueblo. Aprendieron que no hay que temerle a lo desconocido, sino abrir nuestro corazón para comprenderlo mejor.

Y así fue como el monstruo tenebroso se convirtió en el mejor amigo de todos, demostrando que la verdadera belleza está en el interior de cada ser humano, sin importar su aspecto físico.

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