El Correo de los Girasoles
En un pequeño pueblo rodeado de colinas, había un enorme campo lleno de girasoles que siempre se mecían con la brisa. Cada verano, los girasoles atraían a niños y animales del lugar, pero también había un misterioso caballo que solía correr en el atardecer. Su pelaje era de un color dorado brillante y su crin parecía estar hecha de luz. Algunos decían que era un caballo mágico, mientras que otros aseguraban que era solo un mito.
Un día, Valentina, una niña curiosa que vivía en el pueblo, decidió que quería descubrir la verdad sobre ese caballo. Con su sombrero de paja y una canasta de mermelada de girasoles que había hecho con su abuela, se adentró en el campo al caer el sol.
A medida que caminaba entre los girasoles, empezó a escuchar un galope lejano. "¿Eso es el caballo?"- pensó emocionada. Decidida a encontrarlo, siguió el sonido y entre las flores se encontró con un hermoso caballo dorado.
"¡Hola!"- dijo Valentina, con la voz llena de asombro. "Eres realmente impresionante. Pero, ¿por qué corres por aquí?"-
El caballo pareció entenderla y se acercó lentamente. "Soy el Correo de los Girasoles. Cada vez que corre, lleva mensajes de alegría a todos los rincones del mundo. Pero a veces, me siento solo y me gustaría tener más amigos"-.
Valentina se sintió conmovida. "¿Y cómo puedo ser tu amiga?"- preguntó. El caballo levantó la cabeza y miró a su alrededor.
"¿Tú crees que podrías ayudarme? Todas las cartas que llevo son de amor y amistad, pero no puedo entregarlas solo. Necesito que un ser humano me ayude a repartirlas. ¿Te gustaría?"-.
Con el corazón latiendo rápido, Valentina aceptó. Así fue como se convirtió en la mensajera del caballo dorado. Juntos, corrían por todo el campo, entregando cartas a los niños del pueblo. Las cartas contenían mensajes de aliento, y las historias de los girasoles, recordando la importancia de la amistad y la alegría.
A medida que paseaban, Valentina se dio cuenta de que cada carta que entregaban iluminaba el rostro de un niño, y eso la hacía muy feliz. No solo estaba ayudando a un amigo, sino que también estaba haciendo que otros sonrieran.
Un día, Valentina se encontró con una carta especial. "Mirá, caballo. Esta carta dice que hay un niño en el pueblo vecino que se siente triste porque se mudó y no tiene amigos. Necesitamos ir a verlo"- dijo Valentina con determinación.
"Claro, vamos! Nadie debería sentirse solo"- respondió el caballo, trotando rápidamente hacia el pueblo vecino.
Una vez que llegaron, encontraron al niño sentado solo, mirando el horizonte. "Hola!"- dijo Valentina, temblando de emoción. "Soy Valentina, y este es mi amigo, el Correo de los Girasoles. Venimos a traerte una carta de bienvenida"-.
El niño levantó la vista, sorprendido. "¿De verdad?"- preguntó, con curiosidad.
Valentina le entregó la carta, que hablaba sobre cómo todos siempre podrían encontrar nuevos amigos si se abrían a nuevas experiencias. El pequeño sonrió, y por primera vez en días, se sintió un poco más alegre.
"¡Gracias! Esto es genial. Me encantaría ser parte de sus aventuras"- dijo él. Así, el grupo se fue formando: Valentina, el caballo dorado y su nuevo amigo.
Con cada carta entregada, la amistad fue creciendo. Dando vueltas en el campo, comenzaron a construir un puente de amor y alegría entre los pueblos, haciendo que nadie se sintiera solo. Valentina comprendió que el verdadero poder de la amistad era compartir momentos y llevar alegría a los corazones de los demás.
Desde entonces, el caballo siguió corriendo, pero nunca más se sintió solo. Y Valentina se convirtió en la mensajera del amor, cada día un poco más inspirada, sabiendo que con cada carta, estaban creando un mundo mejor.
FIN.