El Cotorro Redimido


Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Villa Alegre, un cotorro muy travieso y malvado.

Este cotorro se llamaba Ramón y tenía el poder de destruir todo lo que encontraba a su paso con sus afiladas garras y su pico fuerte como una tenaza. Ramón era conocido por ser el terror del pueblo. Cada vez que alguien intentaba detenerlo, él simplemente volaba más alto y se reía burlonamente.

Los habitantes de Villa Alegre estaban desesperados, ya que cada día amanecían con nuevos destrozos causados por el cotorro malvado. Un día, los niños del pueblo decidieron formar un grupo para enfrentar a Ramón. Se reunieron en la plaza principal y crearon un plan para atraparlo.

Juanito, el líder del grupo, propuso usar su ingenio para engañarlo. "Escuchen todos", dijo Juanito emocionado. "Creo que podemos construir una trampa utilizando los materiales que tenemos en casa".

Los niños comenzaron a recolectar palos, cuerdas y telas viejas para construir la trampa perfecta. Pasaron días trabajando arduamente hasta finalmente tenerla lista. Llegó el momento de poner en marcha su plan.

Colocaron la trampa cerca del árbol donde Ramón solía posarse todas las mañanas para cantar sus canciones malévolas. Al día siguiente, mientras Ramón volaba sobre Villa Alegre planeando sus siguientes fechorías, vio algo brillante debajo del árbol donde siempre se posaba. "¿Qué es esto?", pensó curioso mientras descendía cautelosamente.

Cuando Ramón se acercó, las cuerdas de la trampa se enredaron alrededor de sus patas y quedó atrapado. Los niños salieron corriendo emocionados y rodearon a Ramón, celebrando su victoria. "¡Lo logramos!", exclamó Juanito con alegría. "Hemos atrapado al cotorro malvado".

Los habitantes del pueblo se reunieron para ver el espectáculo y no podían creer lo que estaban presenciando. Todos aplaudieron y felicitaron a los valientes niños por su astucia. Pero en medio de la celebración, algo inesperado sucedió.

Ramón comenzó a hablar con voz entrecortada:"Niños, sé que he sido un verdadero problema para todos ustedes", dijo el cotorro arrepentido. "Pido perdón por todo el daño que he causado".

Los niños lo miraron sorprendidos mientras las lágrimas caían por las mejillas de Ramón. "Estoy cansado de ser malvado", continuó hablando el cotorro entre sollozos. "Me siento solo y quiero cambiar". Los niños sintieron compasión por él y decidieron darle una segunda oportunidad.

Lo liberaron de la trampa y prometieron ayudarlo a ser mejor. A partir de ese día, Ramón dejó atrás su vida como cotorro malvado y se convirtió en un gran amigo para todos los habitantes del pueblo.

Ayudaba en la huerta comunitaria, cuidaba los árboles frutales e incluso enseñaba a los niños canciones hermosas en lugar de sus antiguas canciones malévolas. La historia de Ramón enseñó a todos en Villa Alegre que siempre hay una oportunidad para cambiar y ser mejores personas.

Además, demostró que la amistad y el perdón son más poderosos que cualquier acto de maldad. Y así, Ramón vivió feliz junto a sus nuevos amigos, recordando su pasado pero disfrutando del presente lleno de amor y bondad en Villa Alegre.

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