El Cuaderno de la Amistad
En un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza vivían tres amigos inseparables: Gonzalo, Alejandra y William. Les encantaba jugar juntos en el parque todos los días después de la escuela.
Un día soleado, mientras jugaban a la pelota, Gonzalo tropezó con una piedra y cayó al suelo gritando de dolor. - ¡Ay! ¡Creo que me he roto la pierna! -exclamó Gonzalo con lágrimas en los ojos. Alejandra y William se acercaron corriendo para ayudarlo.
Con cuidado lo levantaron y lo llevaron rápidamente a urgencias en el hospital del pueblo. El médico confirmó que Gonzalo tenía la pierna fracturada y tendría que estar en reposo durante varias semanas.
Cuando Gonzalo regresó a casa con su pierna escayolada, se sintió triste porque pensaba que no podría ir a la escuela ni hacer sus tareas. Pero sus amigos estaban decididos a ayudarlo en todo momento. - No te preocupes, Gonzalo.
Nosotros te llevaremos las tareas todos los días para que no te atrases -dijo Alejandra con una sonrisa reconfortante. William asintió emocionado y agregó: -¡Exactamente! ¡Juntos lograremos salir adelante! Los días pasaron y Alejandra y William visitaban a Gonzalo regularmente llevándole las tareas escolares.
Además, le contaban todo lo que sucedía en clase para que no se sintiera excluido. A pesar de estar inmovilizado, Gonzalo se sentía muy feliz de tener amigos tan dedicados y solidarios.
Un día, mientras Alejandra le explicaba un problema de matemáticas, a Gonzalo se le ocurrió una idea brillante. - Chicos, ¿qué les parece si hacemos un cuaderno compartido donde podamos trabajar juntos aunque estemos separados? Así podré participar también desde casa -propuso entusiasmado.
Alejandra y William aplaudieron emocionados la idea de su amigo. Juntos crearon un cuaderno virtual donde cada uno podía escribir sus respuestas, resolver problemas y compartir dibujos e historias divertidas. De esta manera, seguían siendo un equipo imparable incluso estando separados físicamente.
Con el apoyo incondicional de sus amigos, Gonzalo logró mantenerse al día con sus estudios sin retrasarse.
Cuando por fin pudo quitarse la escayola y caminar nuevamente por sí mismo, se sentía más fuerte gracias al cariño y compañerismo de Alejandra y William. La amistad verdadera había demostrado ser capaz de superar cualquier obstáculo, enseñándoles a los tres amigos la importancia de estar ahí el uno para el otro en los momentos difíciles.
Y así continuaron disfrutando juntos cada aventura que la vida les tenía preparada en aquel mágico lugar llamado Villa Esperanza.
FIN.