El Cuaderno Mágico de Emma



Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Colores, una niña llamada Emma. Emma era una niña curiosa y llena de sueños, pero a veces se sentía muy abrumada por sus emociones. Un día, mientras caminaba por el parque, encontró un cuaderno brillante entre las hojas caídas. Cuando lo abrió, una luz resplandecía y unas palabras doradas brillaban en la portada: 'Diario de Arte y Emociones'.

"¿Qué será esto?", se preguntó Emma con entusiasmo.

Aquel mismo día, decidió probarlo. Fue a su casa y se sentó en su rincón de dibujo, con lápices de colores que la esperaban.

"Hoy me siento un poco triste", escribió. Y, de inmediato, empezó a dibujar un cielo nublado. Cuando terminó, miró su dibujo y, aunque el cielo seguía gris, sentía que algo dentro de ella empezaba a cambiar.

Al día siguiente, sintiendo la misma tristeza, volvió al cuaderno.

"Hola, cuaderno mágico. Hoy me siento sola", confesó mientras coloreaba unos árboles que se inclinaban hacia un lado.

De repente, el cuaderno comenzó a brillar de nuevo, y una suave voz emergió de él.

"Emma, cada emoción que expresas es un color en tu lienzo de vida. No tengas miedo de usar todos ellos".

Emma, sorprendida, sonrió.

"¿Puedo realmente usar los colores para sentirme mejor?"

"Claro que sí. Vierte tus emociones en el papel y verás cómo sanan" respondió el cuaderno.

Así fue como todos los días, Emma abría su cuaderno y le parecía más una conversación que un simple diario. Un día, sintiendo una alegría inmensa porque había jugado con sus amigos, dibujó un radiante sol y flores llenas de colores.

"¡Qué lindo es sentirse feliz!" exclamó.

Pero un giro inesperado ocurrió: comenzó a dibujar un gran arcoíris, pero a medida que pasaba el tiempo, un rayo de tristeza se apoderó de su corazón cuando sus amigos decidieron mudarse a otra ciudad.

"¿Cómo voy a seguir sin ellos?" se lamentó mientras el lápiz temblaba en su mano.

Recordando las palabras del cuaderno, decidió plasmar su tristeza. Dibujo lágrimas cayendo del arcoíris y, al terminar, sintió como si unas piedras pesadas se hubiesen desvanecido.

"Me siento un poco mejor. ¡Gracias, cuaderno!" le dijo mientras cerraba el cuaderno y lo abrazaba.

Días después, Emma recibió cartas de sus amigos. En cada carta había ilustraciones hermosas y mensajes que la hacían sonreír. Entonces, decidió hacer algo especial: una carta para cada uno de sus amigos, pero esta vez utilizando todo lo aprendido en su cuaderno.

Con cada carta que dibujaba, Emma sentía que se conectaba más y más con sus emociones. Usó colores brillantes para la felicidad y tonos suaves para la nostalgia. Se sintió libre, como si flotara.

Finalmente, cuando sus amigos llegaron a visitarla, Emma les mostró su cuaderno.

"Miren lo que dibujé mientras pensaba en ustedes" les dijo entusiasmada.

Sus amigos quedaron sorprendidos y admiraron el arte que Emma había creado. La alegría volvió a inundar el entorno y el corazón de Emma.

"Podemos seguir juntos aunque estemos lejos", dijo uno de los amigos.

Emma sonrió, entendiendo que aunque la vida traiga cambios, las emociones y el arte tienen el poder de unir el corazón.

Desde aquella mágica tarde, Emma comprendió que su cuaderno no solo era un lugar para plasmar sus emociones, sino un puente que la conectaba con sus amigos, el mundo y, sobre todo, consigo misma. Y así, vivió cada día llenando su vida de colores, ya sea de tristeza o de alegría, porque sabía que cada emoción era esencial en su viaje de creación.

Y así, el Cuaderno Mágico de Emma fue conocido en Colores como aquel que ayudaba a los niños a expresarse y llenarse de creatividad, convirtiendo sus sentimientos en arte. En cada hoja, Emma continúa aprendiendo a entender su corazón y a vivir colores que inspiran alegría en su vida y en la de los demás.

FIN.

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