El Cuadro Mágico de la Profesora Luna



Era un día soleado en la Escuela Primaria del Sol, donde los niños estaban ansiosos por conocer a su nueva profesora de arte. La profesora Luna, con su cabello rizado y vestida de colores brillantes, entró al aula llevando un enorme lienzo en blanco y una bolsa de pinceles.

"Hola, chicos! Soy la profesora Luna, y hoy vamos a hacer algo muy especial juntos", dijo sonriente mientras colocaba el lienzo en el caballete.

Los niños miraron el lienzo en blanco con mucha curiosidad.

"¿Qué vamos a pintar, profesora?", preguntó Tomi, un pequeño con pecas.

"Hoy vamos a crear un cuadro mágico que represente lo que más amamos de nuestra escuela. Piensen en sus amigos, en sus juegos y en los momentos felices que hemos compartido aquí", respondió la profesora, con entusiasmo.

Los niños comenzaron a hablar entre ellos, se notaba que sus ganas de pintar crecían. Pero cuando se encontraban frente al lienzo, todos parecían inseguros.

"No sé dibujar muy bien", confesó Ana, una pequeña muy tímida que siempre se sentaba en la última fila.

"¿Y quién dijo que tiene que ser perfecto?", le dijo la profesora, acercándose a ella. "Lo importante es que pintemos desde el corazón".

Así, poco a poco, los niños comenzaron a expresar sus ideas. Algunos pintaron amigos jugando en el patio, otros lograron plasmar sus animales favoritos. La creatividad fluyó de tal manera que el cuadro comenzó a llenarse de colores y formas.

"¡Miren el sol que pinté!", exclamó Agus, apuntando al enorme dibujo amarillo en la esquina del lienzo.

"Y miren mis globos, son los de la fiesta de cumpleaños de Martín", agregó Lupe, con una sonrisa de satisfacción al ver cómo se integraban sus dibujos al cuadro.

De repente, mientras todos pintaban felices, un soplido de viento entró por la ventana y rozó el lienzo. Los colores comenzaron a brillar y a moverse como si tuvieran vida propia. Los niños dieron un paso atrás, asombrados.

"¿Qué está pasando, profesora?", preguntó Tomi, con los ojos muy abiertos.

"Esto debe ser el poder de la imaginación", respondió la profesora Luna, visiblemente emocionada. "Cuando pintamos desde el corazón, las cosas pueden volverse mágicas".

Los colores en el lienzo comenzaron a danzar y a mezclarse, formando paisajes encantados y personajes de cuentos. De repente, un pequeño perro dibujado por Agus, se saltó del lienzo. Los niños gritaron de felicidad.

"¡Es Elvis, mi perro!", gritó Agus, sin poder creer lo que estaba pasando.

"¡Miren! ¡También salió mi gato!", dijo Lupe, señalando al felino que le seguía los pasos a Elvis.

Todo se volvió una locura de risas y alegría. Los animales dibujados salieron del lienzo, creando una pequeña fiesta en el aula.

Sin embargo, en medio de la diversión, los niños se dieron cuenta de que había un pequeño problema. Los animales comenzaban a descontrolarse. El perro Elvis corría detrás de un pájaro que volaba por el aula mientras Lupe intentaba atrapar a su gato.

"¡Profesora, necesitamos controlarlos!", exclamó Ana, ahora llena de valor.

"Voy a necesitar su ayuda, chicos. Debemos pintar un nuevo cuadro sobre cómo queremos que sean nuestros dibujos", dijo la profesora, con determinación.

Todos se unieron rápidamente y, con lápices y pinceles en mano, comenzaron a trabajar en un nuevo lienzo. Esta vez, cada uno pintó cómo imaginarían que deberían ser sus mascotas si existieran. Agus, por ejemplo, decidió que Elvis debería ser más tranquilo y jugar con una pelota. Lupe pintó a su gato con un hermoso collar que lo hacía ver muy elegante.

Cuando terminaron, el nuevo cuadro también brilló y de él salieron los animales, pero esta vez con el comportamiento que habían plasmado.

"¡Lo logramos!", gritaron todos a coro, mientras aplaudían.

La profesora les miraba con orgullo.

"Recuerden, chicos, la creatividad y la imaginación pueden transformar cualquier cosa, incluso nuestras ideas sobre cómo deberían ser las cosas. Lo importante es que trabajemos juntos y siempre desde el corazón".

Desde ese día, cada vez que tenían clase de arte, los niños no solo pintaban; hacían magia con su creatividad. Y así, el aula de arte de la Escuela Primaria del Sol se convirtió en el lugar más divertido y colorido de toda la escuela, donde cada dibujo contaba una historia y cada historia traía una sonrisa.

FIN.

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