El Cuartito de la Escuela



Era una tarde nublada en la escuela del barrio. Los niños de la clase de cuarto grado estaban ansiosos, ya que al finalizar la jornada harían una actividad especial en el cuartito de arte. Ese cuartito, lleno de pinturas y pinceles, siempre había sido su lugar favorito. Pero esa tarde, una tormenta comenzó a desatarse y los truenos retumbaban en el cielo.

"¿Viste cómo oscureció de repente?" - dijo Leo, mirando por la ventana.

"Sí, parece que va a llover a cántaros." - respondió Sofía, mientras trataba de concentrarse en su dibujo.

De repente, un trueno más fuerte que los demás hizo temblar las paredes. Los niños se sobresaltaron y la maestra, la señorita Clara, trató de calmarlos.

"¡Tranquilos chicos! Es solo una tormenta. Vamos a continuar con nuestra actividad, ¿sí?" - dijo la señorita Clara.

Pero mientras hablaba, un rayo iluminó la habitación. De pronto, un chispazo se vio fuera de la ventana, seguido por un olor a humo.

"¿Qué fue eso?" - preguntó Pablo, con los ojos bien abiertos.

"No lo sé, pero parece que algo está mal. Vamos a ver al pasillo." - respondió Valentina, ansiosa.

Al salir, el grupo de amigos se dio cuenta de que el olor a humo provenía del cuartito de arte. Al mirar, vieron pequeñas llamas lamiendo las paredes.

"¡El cuartito! ¡Debemos hacer algo!" - gritó Leo.

"¿Cómo? No podemos entrar, es peligroso!" - dijo Sofía, asustada.

"¡Llamemos a la maestra!" - sugirió Pablo.

Sabían que la situación era seria. La señorita Clara, al escuchar el griterío, llegó corriendo.

"¡Chicos, atrás! Llamen a los bomberos con el teléfono de la oficina. ¡Rápido!" - ordenó.

Mientras algunos niños iban a buscar ayuda, la señorita Clara y los demás trataban de mantenerse alejados del fuego. Pasaron algunos minutos que parecieron eternos.

Finalmente, los bomberos llegaron y comenzaron a trabajar rápidamente.

"¡Todo el mundo tranquilo!" - dijo uno de los bomberos.

"Vamos a controlar este fuego y asegurar que todos estén a salvo."

Con gran profesionalismo, los bomberos lograron apagar las llamas y salvar lo que quedaba del cuartito de arte. Los niños observaron con asombro y aliviados mientras los bomberos daban una última revisión al lugar.

"Gracias a los bomberos, todos estamos bien. Esto puede ser un buen recordatorio de lo importante que es la seguridad, incluso en nuestra escuela." - comentó la señorita Clara, tras verificar que todos estaban seguros.

Los niños comenzaron a murmurar entre ellos.

"Debemos hacer algo para ayudar a arreglar el cuartito." - propuso Valentina.

"Sí, podríamos organizarnos para recaudar fondos. Hacer una venta de pasteles o algo así!" - añadió Leo.

"¡Me encanta!" - dijo Sofía.

Así fue como los alumnos de cuarto grado decidieron unirse para ayudar a reconstruir el cuartito de arte. Se organizaron, vendieron tortas en el barrio, hicieron rifas y recolectaron ropa usada para donar. Poco a poco, lograron juntar el dinero necesario.

Un mes después, el cuartito de arte volvió a abrir sus puertas. Esta vez, no solo era un lugar para pintar, sino también un símbolo de unión y valentía.

"¡Lo logramos, chicos! Ahora nuestro cuartito es más grande y colorido que nunca!" - exclamó la señorita Clara, mientras mostraba a los niños las nuevas pinturas y materiales.

"¡Esto es increíble!" - gritó Pablo, mirando sorprendido los nuevos murales llenos de colores.

"Y todo gracias a nosotros, a nuestra amistad y a trabajar juntos!" - agregó Valentina.

Los niños habían aprendido que, incluso en los momentos más difíciles, su valentía y el trabajar juntos podían significar la diferencia. Esa tarde, con el cuartito resplandeciente de nuevo, celebraron su triunfo y siguieron disfrutando de las actividades creativas que tanto les gustaban.

FIN.

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