El Cuento de los Estados de la Materia


Había una vez en un hermoso laboratorio, una gota de agua llamada Wanda y un trozo de hielo llamado Hugo. Wanda era curiosa y siempre estaba cambiando de forma, mientras que Hugo era frío y duro. Un día, el científico despistado derramó unas gotitas de un líquido mágico sobre ellos. De repente, Wanda se volvió vapor y Hugo se transformó en agua.

-¡No puedo controlar mi forma! -gritó Wanda, asustada.

-Tranquila, amiga, es solo un cambio de estado -dijo Hugo, intentando calmarla.

Los dos amigos comenzaron a viajar por el laboratorio, experimentando diferentes cambios de estado. Cuando llegaron a la estufa, el calor los transformó a ambos en vapor. Luego, al enfriarse, se convirtieron en agua de nuevo y finalmente, al congelarse, volvieron a ser hielo.

A lo largo de su aventura, encontraron a Lila, una vela derretida que lamentaba su estado cambiante. Hugo y Wanda le enseñaron que cada estado de la materia tenía su propia belleza y utilidad. Juntos, los tres amigos recorrieron el laboratorio, enfrentando desafíos y descubriendo nuevas formas de ser.

Finalmente, el científico, al ver la increíble transformación de los elementos, decidió ayudar a los amigos a encontrar una solución permanente para que pudieran elegir su estado. Usando sus conocimientos, creó un dispositivo especial que les permitía alternar entre sus formas a voluntad. Ahora, Hugo, Wanda y Lila podían cambiar de estado cuando lo desearan, sin temor alguno.

Pero lo más importante, habían aprendido que la belleza está en la diversidad y que cada estado de la materia tiene su propio encanto.

Con este nuevo dispositivo, los tres amigos siguieron viajando por el laboratorio, explorando y disfrutando de todas las maravillas de la vida en sus diferentes estados.

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