El cuento de Mafalda y su abuelo



Era una tarde calurosa en Buenos Aires y Mafalda estaba aburrida en casa. Había leído todos sus libros y ya había visto todas las películas que tenía. Decidió ir a visitar a su abuelo para pedirle un cuento.

Al llegar a la casa de su abuelo, lo encontró sentado frente a su computadora trabajando. "Abuelo, ¿me contás un cuento?", preguntó Mafalda. "Claro, mi nieta.

Pero antes, ¿te gustaría tomar algo fresco? Hace mucho calor", respondió el abuelo. Mafalda aceptó y el abuelo le sirvió un vaso de agua bien fría. Después se sentaron juntos en el sofá y comenzaron con la historia.

El abuelo empezó: "Hace muchos años, en un pueblo muy lejano vivía una niña llamada Ana. Ella era muy curiosa e inteligente pero no tenía amigos porque siempre estaba leyendo o inventando cosas nuevas". "¿Y qué pasó con ella?", preguntó Mafalda ansiosa por saber más.

"Un día, mientras paseaba por el bosque encontró una fuente mágica que concedía deseos. Ana pidió tener amigos con los que compartir sus aventuras y así fue como aparecieron tres criaturas fantásticas: un duende travieso, un dragón sabio y una sirena amable".

Mafalda se emocionaba cada vez más al escuchar la historia del abuelo pero de repente la computadora hizo ruido extraño y se apagó de golpe. "¡Oh no! ¿Qué pasará ahora?", exclamaron ambos al unísono.

El abuelo intentó encenderla varias veces pero no funcionaba. Mafalda se preocupó pensando en que ya no podrían terminar el cuento. Pero entonces, tuvo una idea:"Abuelo, ¿por qué no seguimos la historia sin la computadora? Podemos inventar juntos lo que sucede después".

"¡Me parece genial!", respondió el abuelo entusiasmado. Así fue como continuaron con la historia de Ana y sus amigos fantásticos. Juntos vivieron muchas aventuras emocionantes y aprendieron a valorar la amistad y la creatividad.

Finalmente, cuando llegó el momento de despedirse, Mafalda se sintió feliz por haber pasado una tarde especial con su abuelo y por haber creado una nueva historia juntos sin necesidad de tecnología. "Gracias por este cuento tan bonito, abuelo", dijo Mafalda mientras le daba un fuerte abrazo.

"No hay nada más valioso que compartir tiempo e imaginación con las personas que queremos", respondió el abuelo sonriendo tiernamente.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!