El cuervo blanco y el niño Mbya
Nico era un cuervo blanco muy especial. A diferencia de los demás cuervos, él no vivía en el bosque ni tenía amigos con quienes jugar.
Siempre se preguntaba cuál era su propósito en la vida y sentía que algo le faltaba. Un día, mientras volaba por el ñu, Nico vio a lo lejos a un niño indígena Mbya Guarani llamado Tupa. El niño sonreía y parecía feliz en medio de la naturaleza.
Nico decidió seguirlo para averiguar qué hacía tan contento al pequeño. Cuando Nico alcanzó a Tupa, este lo miró sorprendido pero sin miedo. "¡Hola, amiguito! ¿Qué haces aquí solito?", preguntó Tupa con una voz dulce y curiosa.
Nico respondió tímidamente: "No sé qué hacer o dónde ir. Me siento solo y confundido". Tupa sonrió comprensivamente y extendió su mano hacia Nico: "Ven conmigo, te llevaré a un lugar muy especial".
Intrigado, Nico siguió al niño Mbya Guarani durante horas hasta llegar a un cerro majestuoso llamado YRYBU KUA. Al acercarse al lugar, Nico quedó maravillado al ver cientos de cuervos blancos volando libremente por el cielo. "- ¡Mira, Nico! Aquí es donde perteneces", exclamó Tupa emocionado.
Nico estaba asombrado y emocionado al ver tantos cuervos como él. Por fin había encontrado su hogar y su propósito en la vida: estar junto a otros cuervos blancos y volar en aquel hermoso lugar.
A medida que Nico se acercaba al grupo, los demás cuervos lo recibieron con alegría. Todos le contaron historias de sus aventuras y compartieron sus experiencias de vida. Nico se sentía feliz y completo por primera vez en mucho tiempo.
Los días pasaban y Nico aprendía muchas cosas sobre ser un cuervo blanco. Aprendió a construir nidos, a buscar comida y a cuidar de su comunidad.
También aprendió la importancia de mantener el equilibrio en la naturaleza, respetando a todos los seres vivos que habitaban YRYBU KUA. Un día, mientras exploraban juntos el cerro, Tupa le dijo a Nico: "Nico, eres especial porque eres único.
Cada uno de nosotros tiene un propósito en la vida y tú has encontrado el tuyo aquí con nosotros". El corazón de Nico se llenó de gratitud hacia Tupa y su nueva familia cuervo. Sabía que había encontrado su lugar en el mundo gracias al niño Mbya Guarani.
Desde ese día, Nico vivió feliz junto a los demás cuervos blancos en YRYBU KUA. Juntos protegían la naturaleza del cerro y enseñaban a otros animales sobre la importancia del amor y el respeto mutuo.
La historia de Nico nos enseña que todos tenemos un propósito en la vida, aunque algunas veces pueda parecer difícil encontrarlo.
Pero si seguimos nuestro corazón y encontramos nuestro lugar especial junto a quienes nos aman, podremos vivir una vida llena de felicidad y significado como lo hizo nuestro amigo cuervo blanco llamado Nico.
FIN.