El Cuervo Codicioso



En un verde y hermoso campo, donde las flores bailaban con el viento y los árboles susurraban secretos, vivía un cuervo llamado Corvino. A Corvino le encantaba brillar. Siempre llevaba consigo unas joyas que había robado, las cuales relucían bajo el sol. Sin embargo, lo que más le gustaba de todo era reunir objetos brillantes. Su deseo de acumular cosas hermosas no tenía límites.

Una mañana, mientras volaba sobre el campo en busca de su próximo tesoro, Corvino avistó algo que lo deslumbró desde las alturas. En el campo de la granja de Doña Rosa, había un enorme cofre dorado, brillando intensamente bajo el sol. "¡Eso es mío!", cacareó emocionado, planeando hacia el cofre.

Cuando Corvino llegó, se encontró con la sorpresa de que el cofre estaba cerrado. "¿Cómo puedo abrirlo?"- pensó frustrado.

De repente, apareció una simpática ardilla llamada Tica. "¿Qué te pasa, Corvino?"- le preguntó Tica, mientras recolectaba bellotas.

"Quiero abrir ese cofre, pero no tengo la llave"- respondió Corvino, señalando el brillante objeto.

"Tal vez no necesites una llave. Quizás solo necesitas saber qué hay adentro"- sugirió Tica.

Corvino, envuelto en su codicia, no escuchó el consejo de su amiga. En lugar de eso, siguió buscando una manera de abrir el cofre. Entonces vio a un grupo de patos nadando en el estanque cercano. Corvino tuvo una idea.

"¡Hola, amigos patos!"- gritó Corvino. "Si me ayudan a abrir el cofre, prometo compartir contigo lo que haya dentro"-.

Los patos, intrigados, aceptaron ayudarlo. Juntos, comenzaron a saltar sobre el cofre, intentando romperlo. Pero cada intento solo hacía que el cofre se mantuviera cerrado y resistente.

Frustrado, Corvino miró a su alrededor y vio a un grupo de aves cantoras. "¡Ustedes!"- llamó. "Vengan y ayúdenme a abrir este cofre. Les ofreceré los tesoros que hay dentro"-.

Las aves, emocionadas, se acercaron, pero una de ellas, una hermosa canaria llamada Lila, se detuvo y le dijo:

"Corvino, tal vez deberías pensar primero en lo que realmente deseas. A veces la codicia nos ciega"-.

Corvino, por supuesto, hizo oídos sordos. "¡Más rápido, canten!"- gritó.

Las aves comenzaron a cantar, pero el cofre seguía sin abrirse. En un momento de distracción, Corvino perdió el equilibrio y cayó al suelo. Con un gran estruendo, el cofre se despejó de tierra, y en el interior no había una montaña de joyas, sino... un pequeño noticiero.

Confundido, Corvino se acercó a la peculiar revista dorada. Al abrirla, descubrió historias inspiradoras de animales del campo que trabajaban juntos, ayudándose mutuamente a construir un mundo mejor.

"¿Qué?"- se preguntó. "¡Yo solo quería oro, piedras preciosas, algo que reluzca!"-

Sin embargo, a medida que leía las historias, se sintió cautivado. Cada relato hablaba de la amistad, la generosidad y la unión entre los animales.

"Esto es más valioso que cualquier joya"- pensó Corvino. "¡Nunca lo había valorado antes!"-

Decidido a cambiar su forma de ser, Corvino fue en busca de sus amigos: Tica, Lila y los patos. Cuando los encontró, les dijo:

"Amigos, me he dado cuenta de que la codicia no me llevó a nada bueno. Me gustaría compartir con ustedes mi nuevo tesoro, estas maravillosas historias. Juntos, podríamos crear nuestras propias aventuras y ser felices"-.

Los amigos aceptaron la propuesta y comenzaron a leer juntos. Después de un rato, decidieron ayudar a los demás animales a compartir sus propias historias. Al poco tiempo, todo el campo se convirtió en un lugar mágico, donde las aves cantaban, las ardillas jugaban y cada animal vivía trabajando en equipo y celebrando sus logros juntos.

Corvino ya no era un cuervo codicioso, sino un ejemplo de amistad y colaboración. Desde aquel día, aprendió que la verdadera riqueza no se encuentra en las cosas materiales, sino en los vínculos que construimos con los demás y en las increíbles historias que compartimos.

Y así, el cuervo que había comenzado su camino buscando tesoros brilla en el cielo, diferente, rodeado de amigos y compartiendo aventuras, viviendo una vida plena y feliz.

Colorín colorado, ¡este cuento se ha acabado!

FIN.

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