El Cuestionario Humano


Había una vez un hombre llamado Juan, que trabajaba en una gran empresa como profesional de recursos humanos. Él era muy bueno en su trabajo y siempre se aseguraba de que los procesos de selección fueran justos y eficientes.

Un día, mientras revisaba las solicitudes de trabajo, Juan comenzó a sentirse incómodo con la forma en que se trataba a los candidatos.

Se dio cuenta de que todo el proceso estaba enfocado en evaluar sus habilidades técnicas y experiencia laboral, pero no había espacio para conocerlos mejor como personas. Juan decidió hablar con su jefe sobre su preocupación.

"Sé que somos una empresa muy exitosa, pero ¿no deberíamos darle más importancia a la humanidad en nuestro proceso de selección?", preguntó. Su jefe lo escuchó atentamente y le dijo: "Comprendo tus inquietudes, pero nuestra prioridad es encontrar al mejor candidato para el trabajo". Juan no se rindió tan fácilmente.

Decidió hacer algo al respecto por su cuenta. Comenzó a investigar diferentes formas de hacer el proceso más humano sin comprometer la calidad del mismo. Después de muchas horas trabajando arduamente, Juan encontró una solución.

Crearía un cuestionario diferente al convencional para conocer mejor a los candidatos durante las entrevistas personales. Este cuestionario incluiría preguntas sobre sus intereses personales, pasatiempos y valores. La idea fue bien recibida por los demás profesionales del departamento y pronto comenzaron a implementarla en todas las entrevistas personales.

Los resultados fueron sorprendentes. Los candidatos se sintieron más cómodos y relajados durante las entrevistas ya que podían mostrar más de su personalidad y no solo sus habilidades técnicas.

Además, los empleados que fueron contratados a través del proceso más humano se adaptaron mejor a la cultura de la empresa. La iniciativa de Juan fue un gran éxito y pronto se extendió a otras empresas en la ciudad.

Él estaba muy feliz de haber hecho una pequeña diferencia para ayudar a las personas a encontrar el trabajo adecuado. Y así, Juan aprendió que incluso en un mundo lleno de procesos mecánicos, siempre hay lugar para agregar un toque humano.

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