El Culebrón de Coquimbo y la Gran Aventura de los Pequeños Guardianes



En un pequeño barrio de Coquimbo, un grupo de niños y niñas que se hacían llamar "Los Pequeños Guardianes" solía jugar en un hermoso humedal llamado el Culebrón. Este lugar era un refugio para muchas aves y criaturas mágicas, pero un día, notaron que algo no estaba bien.

"¡Miren!" - dijo Sofía, señalando un montón de basura acumulada a la orilla del agua. "Esto no estaba aquí antes. ¡Debemos hacer algo!"

"Sí, vamos a limpiar el humedal!" - exclamó Tomás, mientras sostenía una bolsa. "Quizás podamos hacer una gran limpieza el fin de semana. ¡Invitemos a todos!"

Así fue como, con mucha energía, Los Pequeños Guardianes diseñaron carteles para invitar a todos sus amigos y familiares a la limpieza del Culebrón. A la mañana siguiente, se llenaron de emoción al ver a muchos niños y adultos listos para ayudar.

Mientras recogían basura, escucharon un chirrido extraño. Lucía, siempre curiosa, se acercó al sonido y encontró un pequeño pato herido en la orilla.

"¡Pobrecito! ¡Hay que ayudarlo!" - dijo Lucía, agachándose para examinar al pequeño pato.

"No puedo dejarlo aquí. Necesitamos llevarlo a un lugar seguro" - afirmó León, el más aventurero del grupo.

"Pero, ¿cómo lo haremos?" - preguntó Sofía, preocupada. "Estamos ocupados limpiando..."

Tomás tuvo una idea brillante.

"Podemos hacer un turno. Mientras algunos siguen limpiando, otros pueden llevar al pato a la veterinaria. Así, todos ayudamos!"

Los niños decidieron dividirse en equipos. Un grupo continuó trabajando duro en el humedal, mientras que otro se llevó al pequeño pato en una caja forrada con mantas suaves.

Después de esa jornada de trabajo y rescate, la limpieza tuvo gran éxito. Pero, a medida que regresaban al humedal, se dieron cuenta de que algo estaba mal. Al llegar, notaron que unos hombres con máquinas estaban talando árboles alrededor del humedal para construir un nuevo complejo habitacional.

"¡No! ¡Esto no puede pasar!" - gritó Sofía, desesperada. "¿Qué haremos?"

"No podemos dejar que esto continúe. Debemos hablar con los adultos, quizás ellos puedan ayudarnos" - sugirió León.

Los Pequeños Guardianes se acercaron a sus padres, y juntos organizaron una reunión en la plaza del barrio. La comunidad se unió para discutir cómo proteger el humedal y las criaturas que vivían allí.

Un anciano del barrio, que había vivido en la zona toda su vida, se levantó y habló con entusiasmo.

"Como muchos saben, el Culebrón no solo es un lugar hermoso; es vital para nuestras aves y mantiene nuestro entorno saludable. ¡No podemos dejar que lo destruyan!"

Inspirados, los niños propusieron hacer una presentación sobre la importancia del humedal en la escuela. Todos ellos trabajaron en un proyecto lleno de colores y dibujos donde mostraban a sus compañeros la belleza del Culebrón.

Finalmente, el día de la presentación llegó. Los Pequeños Guardianes se pusieron nerviosos, pero su entusiasmo era contagioso.

"Hoy vamos a hablarles del lugar mágico que tenemos justo aquí, en nuestro barrio" - comenzó Sofía con una gran sonrisa.

Los chicos mostraron imágenes de aves, plantas, y su propia experiencia limpiando el humedal. Cuando terminaron, los aplausos resonaron por toda la sala.

"¡Es increíble!" - gritó uno de sus compañeros. "¡Deberíamos hacer un club de protección del humedal!"

Motivados por esa idea, decidieron armar un club en la escuela y con el apoyo de sus maestros, se organizó una campaña en redes sociales para que más personas conocieran la importancia de proteger el humedal. Ese esfuerzo trajo la atención de la comunidad, y muchos se unieron a la causa.

Finalmente, el proyecto de construcción fue cancelado y el humedal del Culebrón fue declarado área protegida. Los Pequeños Guardianes celebraron con un gran picnic junto al agua, rodeados de sus nuevas aves amigas.

"¡Lo logramos!" - dijo Lucía, con una sonrisa radiante. "El Culebrón es nuestro y debemos cuidarlo siempre."

"Sí, y ahora tenemos la misión de contarle a otros niños sobre lo que hemos hecho" - concluyó Tomás, mirando al hermoso paisaje. "Podemos ser Guardianes por siempre!"

Y así, Los Pequeños Guardianes continuaron cuidando el humedal del Culebrón, recordando que cada pequeño esfuerzo cuenta y que juntos pueden hacer una gran diferencia.

FIN.

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