El Cumpleaños de Alejandro



Era un soleado día de primavera, y Alejandro estaba contando los días para su cumpleaños número 5. Su habitación estaba decorada con globos de colores y había dibujos de superhéroes plasmados en las paredes. Sin embargo, aunque estaba lleno de emoción, también tenía un pequeño nudo en el estómago. Alejandro deseaba con todo su corazón un regalo especial: un set de construcción gigante, pero temía no recibirlo. Además, le preocupaba no ofender a sus papás si se decepcionaba con cualquier otro regalo.

"¿Y si no lo reciben?", pensaba mientras miraba por la ventana a los pajaritos que jugaban. "No quiero que se sientan mal, pero... ¿y si no me traen el set?".

La noche anterior a su cumpleaños, Alejandro decidió que tenía que hablar con sus padres. Era complicado, pero había que encontrar el momento justo.

El día de su cumpleaños, sus padres lo despertaron con un gran abrazo.

"¡Feliz cumpleaños, amor!", dijo su mamá con una gran sonrisa.

"Sí, ¡feliz cumpleaños! Vamos a festejarlo a lo grande!", agregó su papá.

Alejandro se sentía lleno de alegría, pero mientras estaban en la mesa, con los colores del pastel brillando ante sus ojos, recordó su inquietud. Así que, tomó una profunda respiración y trató de encontrar las palabras adecuadas.

"Mamá, papá…", empezó nervioso, "hay algo que quería decirles".

Los papás lo miraron atentamente, con cariño y preocupación.

"Claro, hijo. ¿Qué pasa?" dijo su mamá.

"Es que... yo quiero un set de construcción para mi cumpleaños, pero tengo miedo de no recibirlo y de que ustedes se sientan mal si no lo traen..."

Sus padres sonrieron y se miraron entre sí.

"Alejandro, lo más importante para nosotros es que estés feliz. Si no puedes tener el set, eso no nos hará sentir mal. Queremos que siempre hables con nosotros, que nos cuentes tus deseos o incluso tus preocupaciones".

Alejandro sintió que una carga se levantaba de sus hombros.

"¿En serio?"

"¡Claro que sí! Cada regalo es especial porque viene de corazón, y no hay nada que deba preocuparte por tu deseo. Nos gusta saber lo que piensas", explicó su papá.

Alejandro sonrió, se sintió más ligero, como si hubiera dejado caer una mochila muy pesada.

"Me alegra escucharlo. Entonces, ¿puedo decirles?"

"¡Por supuesto!", respondieron juntos.

"Quiero un set de construcción gigante!"

La tarde avanzó, y tras soplar las velitas del pastel y jugar con sus amigos, llegó el momento de abrir los regalos. Alejandro, nervioso pero emocionado, comenzó a abrir cada paquete.

"¡Un libro!", dijo, asombrado. Fue muy feliz por cada dos o tres regalos que recibió, pero el set de construcción aún no aparecía. Su corazón latía con fuerza.

Finalmente llegó un último paquete grande. Con ansias, lo abrió: ¡Era el set de construcción gigante que tanto había deseado!"¡Sí! ¡Es esto, es esto!", gritó inequívocamente. Se abrazó a sus padres, saltando de alegría.

"Gracias, gracias, gracias!"

"Pudimos conseguirlo porque hablamos, Alejandro. Siempre puedes contarnos lo que deseas".

Esa noche, Alejandro se fue a dormir con una gran sonrisa, sintiendo la felicidad no solo por el regalo, sino también por haber encontrado su voz. Desde entonces, aprendió la importancia de comunicarse y expresar lo que siente sin miedo. No solo construyó torres altísimas con su nuevo set de construcción, sino que también edificó una gran confianza en la relación con sus padres.

Y así, el cumpleaños número 5 de Alejandro se convirtió en uno de los días más memorables de su vida, lleno de sorpresas, amor y una lección invaluable sobre la comunicación y la importancia de ser honestos con nuestras emociones.

FIN.

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